viernes, 29 de abril de 2011

"ARRIESGAR, CAER Y EMPEZAR...DE NUEVO"

Salgo de una relación frustrada y no estoy muy segura de desear volver a compartir mi vida de nuevo. A partir del momento en que una relación acaba y tengo un nuevo comienzo en soledad, acaricio la esperanza de encontrar en el futuro a la persona soñada, para compartir mi vida. Pero necesito que el tiempo pase, pues son muchas las dudas y los miedos que debo afrontar para poder empezar de nuevo.

Duda en pensar que pueda realmente existir la persona esperada o si mi destino es no encontrarla y miedo a repetir experiencias pasadas, por si puedo resultar dañada de nuevo.

Intento apartar de mí cualquier sentimiento que me altere, pero queda una sombra, un vacío que no sé cómo llenar y si algún día llega el momento en que tenga ante mí una nueva oportunidad, me inquieta pensar que pueda no estar preparada para asumirla.

Tendré que luchar contra fantasmas del pasado, aligerando “el peso sobre mi espalda”, afrontando mis temores y olvidando mi dolor para volver a sentir ilusión al iniciar, de nuevo, un camino compartido.

Desearía saber escoger bien y no confundirme de nuevo, para volver a empezar con el corazón abierto. No quiero renunciar de antemano a un nuevo comienzo y por mucho que me cueste, pienso que volveré a asumir el riesgo.

Y si no lo consigo esta vez…empezaré de nuevo.

jueves, 28 de abril de 2011

MENTIRAS Y CUENTOS

Muchas mentiras y cuentos puedo inventar para conseguir lo que quiero y justificar lo injustificable para sentirme a gusto conmigo misma y para que todo encaje en el sitio que deseo, sin que me importe que “el juego” dañe a otros pues solo importa lo que yo siento.

Descubrir la verdad y hacerle frente a pesar de las consecuencias, actuar con honestidad y valentía es, en realidad, lo correcto. Pero es muy fácil refugiarme en las mentiras y artimañas porque, si no me “pillan”, gano en este juego y si me “pillan” seguiré jugando para poder escapar y así, engaño tras engaño, no me doy cuenta de que en realidad soy yo la que me estoy engañando.

En general, se utilizan maneras de engaño distintas, según seamos personas de uno u otro sexo, para conseguir fines parecidos y los comportamientos sociales también tienen sus diferencias.

Las mujeres solemos utilizar un sinfín de artimañas para conseguir captar la atención de los hombres. Nuestra identidad de género nos caracteriza en aplicar estrategias diferentes a las que suele utilizar el género masculino. Se dice que somos más “complejas” al elaborar estratagemas y solemos rivalizar con las otras mujeres sin disimulo alguno. Con tal de ganar a una posible rival podemos llegar a superar límites inimaginables, con tal naturalidad y maestría, que puede ser difícil distinguir entre la verdad y el engaño.

Los hombres, en general, suelen utilizar más las mentiras y excusas para lograr los mismos fines. Su identidad de género, la cultura y la educación que recibieron, unida a la posibilidad de escoger entre un gran número de mujeres hacen que no tengan tanta necesidad de utilizar estrategias complejas para conseguir lo que desean. No suelen mostrar su rivalidad de forma tan clara como lo hacen las mujeres y actúan con mucha más discreción, a pesar de sentirse heridos en su orgullo, esperando con paciencia su oportunidad y, si no la obtienen, se retiran sin ofrecer mucha resistencia, dirigiendo su mirada en otra dirección.

Mentiras y cuentos para obtener aquello que en realidad ni deseo, ni necesito, porque lo obtenido con malas artes no puede satisfacer más que al propio “ego” y siempre va dejando a su paso dudas de si es, o no, lo que estaba deseando.

miércoles, 27 de abril de 2011

"EL PESO SOBRE MI ESPALDA"

Cuando los malos recuerdos aparecen y se reflejan en situaciones presentes, puede que me sea más cómodo quedarme quieta y dejar pasar el tiempo, consumirme en él y caminar hacia una agonía lenta, sin que quiera abrir los ojos para ver lo que me está ocurriendo...

Cuando es pesada la carga y el dolor intenso me quedo tal como estoy sin asumir los riesgos y me protejo en mi interior para evitar que me hagan sufrir de nuevo.

No me arriesgo porque el riesgo puede doler y si me duele huiré del dolor, no veré que hay más allá y no sabré lo que puedo perder. Me acostumbro a lo que no me gusta porque conseguir lo que deseo supone un esfuerzo y sé que el esfuerzo no siempre tendrá recompensa.

Me conformo a lo ya conocido por no sufrir, a no conocer lo que está por venir, sin darme cuenta de que ya estoy sufriendo. Sufrir por no sufrir para seguir sufriendo, haciendo ver que no es así, engañándome para engañar, girando en círculos para ir hacia ninguna parte.

Elijo morir lentamente, sin darme cuenta de ello, sin luchar por todo aquello que soy y por todo lo que deseo, dejando la vida en cada instante, en cada lágrima, en cada suspiro y finjo con las palabras, evitando la mirada y atrapo con las manos, pequeñas chispas de vida para, con mi actitud, vivir muriendo...

Dejarme influenciar por las malas experiencias pasadas no me va ayudar a mejorar mi autoestima dañada por ellas ni a superar mis miedos y sé que solo me traerá dificultades e insatisfacciones.

martes, 26 de abril de 2011

"LAS MOCHILAS"

Volver a empezar no tiene porque ser repetir lo que ya he vivido. Las malas experiencias vividas en el pasado han podido tener efectos negativos en mí y podrían dificultar que tuviera un futuro mejor, pudiendo perder muchas de las nuevas oportunidades que la vida me ofrecerá. Pesadas "mochilas" sobre mi espalda que no facilitan mi camino hacia una nueva vida.

Temo que puedan volver a repetirse sucesos que me recuerden situaciones anteriormente vividas. Mis relaciones sociales se verán afectadas por todos los recuerdos y con ello mis futuras relaciones personales si no consigo dejar atrás mi pasado.

Debo ver todo lo que está a mí alrededor objetivamente y no arrastrar fantasmas del pasado que me impidan dejar atrás lo que emocionalmente me ha perjudicado. Pero en vez de eso me mantengo a la defensiva para evitar que se reproduzcan las mismas situaciones desagradables, prejuzgando en vez de dar una nueva oportunidad.

Actuar con cierta cautela no es lo mismo que evitar vivir situaciones con el único fin de que no me pueda suceder algo que no me guste. Todas mis experiencias, buenas y malas, pueden condicionar mis futuras relaciones y podría hacer que mirara a los demás desde un punto de vista erróneo, poniéndoles obstáculos.


Creer que voy a volver a tener parecidas experiencias, que todo el mundo es igual, que van a tener parecidos comportamientos hacia mí y que nada cambia, es dar por reales hechos que en realidad desconozco.


Debería conseguir vencer viejos traumas, entender lo sucedido en el pasado y vivir el presente dando una oportunidad a que el futuro pueda ser diferente.

sábado, 23 de abril de 2011

¿QUIEN TIENE LA CULPA?

Todavía conservamos actitudes machistas propias de la educación recibida. En nuestra relación de pareja solemos tener actitudes que impiden al sexo opuesto adquirir tareas y comportamientos que antes no le eran propios.


La resistencia a asumir los nuevos roles que antes pertenecían al sexo opuesto es una causa importante de discusión entre las parejas. La falta de empatía nos aleja entre nosotros y si no ponemos remedio difícilmente resolveremos los conflictos que genera.

La actitud de la mujer suele obstaculizar algunos de los avances del hombre hacia su propia evolución por seguir ejerciendo el papel tradicional que le fue asignado, intentando que el hombre lo haga a su manera e impidiendo que lo ejerza con su propia identidad.

La resistencia del hombre a ejercer las tareas propias del sexo femenino hace que no sienta la responsabilidad de realizarlas y su postura suele ser de ayuda a la mujer en vez de asumir como propia la tarea a realizar.

La actitud del hombre con respecto a los nuevos roles que la mujer está teniendo en la sociedad es distinta. Suele crear obstáculos para frenar la intromisión de la mujer en terrenos que hasta ahora eran de su competencia, cuestionando la capacidad de la mujer por el solo hecho de ser mujer e intentando mantenerse en un nivel superior. Le cuesta aceptar que la mujer pueda estar a su mismo nivel e incluso que sus capacidades puedan ser superiores.

La mujer no solo no muestra resistencia en ir asumiendo roles masculinos sino que le son muy deseados y aplica un gran esfuerzo para conseguir sus objetivos en esta dirección. Suele caer en el error de imitar comportamientos propios masculinos con el fin de alcanzar la “igualdad” en la sociedad sin tener en cuenta que hay que es mucho mejor que cada sexo los haga respetando su propia identidad como género.

Las unas porque quieren que se hagan las cosas a su manera y los otros porque se sienten “amenazados” solo consiguen poner dificultades a una evolución de ambos que es inevitable.

viernes, 22 de abril de 2011

PAUTAS DE CONDUCTA

Las  pautas de comportamiento aprendidas son muy distintas según el género y, si además se incluye lo que nos diferencia, podemos encontrar que ante la misma experiencia actuamos de forma muy distinta.

Este hecho hace que no acabemos de comprender al otro pues tendemos a creer que nuestra forma de hacer las cosas es la más acertada. Es una competencia entre nosotros difícil de llevar y una importante causa de continuos enfrentamientos.

La sociedad en la que vivo, con su moral y normas sociales siempre nos había diferenciado y es ahora, desde hace unas pocas décadas, que se está produciendo un acercamiento en las pautas de conducta de ambos sexos.

Un ejemplo de ello era la moral que antaño estaba establecida en referencia a la necesidad sexual. Mientras que para el sexo  masculino se decía que formaba parte de su biología  y, por tanto, su promiscuidad era aceptada como algo necesario y natural, la necesidad sexual femenina era negada y su promiscuidad era mal vista. El hombre podía sentirse orgulloso de sus conquistas y de tener relaciones con diferentes mujeres, incluso estando casado, y solo se les pedía  que fueran discretos, pero a la mujer se la marginaba, criticaba y castigaba por ello.

Diferentes normas y varas de medir según el género en una sociedad machista que valoraba al hombre y despreciaba a la mujer. Los tiempos han cambiado y nuestros comportamientos empiezan a ser valorados bajo una moral más igualitaria, aunque aún falta mucho para que exista la moral que no distinga entre personas de distinto sexo.

Nuestros juegos, Rivalidades, artimañas, manipulaciones, la expresión de los sentimientos, los gustos, las prioridades, formas de dominios,... son distintos pues ambos géneros tienen una identidad propia que los caracteriza.

Es un error pensar que el sexo masculino, con sus comportamientos machistas, es el único responsable de que hasta ahora hayamos tenido una moral y unos comportamientos tan distintos.

También la mujer tiene responsabilidad por haber sido, durante siglos, la que ha educado, generación tras generación, a los hijos y me atrevería a decir que ha sido mucho más intransigente que el hombre en aplicar, defender y asumir las normas morales machistas que tanto la han perjudicado.

jueves, 21 de abril de 2011

LOS DESENCUENTROS

Mis intereses, mis prioridades, la manera en que hago las cosas, en como afronto los retos, en como expreso mis sentimientos, en como alcanzo mis objetivos, en mis gusto y en muchas cosas más ¿Es porque soy mujer o porque así lo he aprendido?  

El hombre y la mujer son seres biológicamente diferentes, con identidad y características propias del género al que pertenecen.

La personalidad de género está presente en todos nuestros actos. Es el sello identidad que nos caracteriza como persona de uno u otro sexo. Las experiencias pueden ser las mismas pero la manera en que las afrontamos son diferentes.

Es la cultura y la educación recibida la que ha marcado las grandes diferencias entre nosotros. La educación ha sido durante siglos muy distinta según el sexo y esto ha causado diferencias de comportamientos.

Se dice que el hombre es más competitivo que la mujer, pero no estoy tan segura de que sea por su naturaleza. La mujer, a su manera, también es muy competitiva aunque, en general, no lo expresa de la misma manera que los hombres.

Un ejemplo de ello lo tengo en la incorporación de la mujer al mercado laboral que la obliga a competir en desigualdad con su sexo opuesto, teniendo que hacer un gran esfuerzo para ser reconocida por su valía profesional, utilizando estrategias diferentes a las que utilizan los hombres para conseguir sus objetivos.

Se dice también que las mujeres somos más emocionales y los hombres más racionales. Es decir que debo creer que los hombres son incapaces de tener los mismos sentimientos que la mujer y que la mujer no es capaz de ver las cosas de forma racional.

En una sociedad en que se ha educado a los hombres a no expresar sus sentimientos por considerarlos símbolo de debilidad y a la que se ha negado la educación a las mujeres hasta hace pocas décadas, no es de extrañar que se establezca esta diferencia, aunque el paso del tiempo podrá o no confirmarla.

Lo que creo que realmente me diferencia es en que utilizo mi identidad femenina en mis pautas de comportamiento. Estoy segura que al imitar al sexo opuesto, perdiendo la identidad de género, no me garantiza conseguir un mejor resultado.  

miércoles, 20 de abril de 2011

EL PUNTO DE ENCUENTRO

Teniendo en cuenta la diferencia de fuerza física entre hombre y mujer y poniendo la maternidad como excusa, un buen o mal día, se consideró oportuno realizar una distribución del trabajo que definía los roles de ambos sexos. Mientras que la mujer asumía el papel cuidador de la familia, el hombre debía ser el responsable de cubrir las necesidades de supervivencia y de protección de la familia.

Los tiempos han ido cambiando y los dos roles ya son asumidos por ambos sexos. La falta de fuerza física ya no condiciona a la mujer para realizar numerosos trabajos y no necesita la protección masculina para sobrevivir al poder llegar a ser, por sí misma, autosuficiente. Tampoco se establecen diferencias entre la responsabilidad materna y paterna sobre el cuidado y la protección de los hijos.

A medida que el tiempo pasa, la distancia que nos separa se hace cada vez más pequeña. La sociedad con sus valores, sus costumbres y su moral se va adaptando a los nuevos tiempos y muchos de los privilegios y comportamientos que antes eran justificados, en base a la condición sexual, van desapareciendo.

Ambos sexos asumen como propias las tareas y responsabilidades que antes eran del "otro", pero esto no significa que seamos iguales.

Biológicamente somos distintos y también lo son nuestras maneras de hacer las cosas, pero no por ello unas son mejores que las otras sino distintas y hasta muchas de ellas complementarias.

Es imposible y nada aconsejable que para realizar estos nuevos roles, que hasta hace poco tiempo eran exclusivos de mi sexo opuesto, los tenga que hacer del mismo modo que lo hacen ellos. No es necesario imitar a mi sexo opuesto para integrarme en la nueva sociedad que se está creando. Por mucho que me empeñe no conseguiré hacer las cosas como lo hacen los hombres ni ellos como lo hago yo. Todo cambio supone un aprendizaje y necesito tiempo, empatía y tolerancia para conseguir los objetivos deseados.

Ver las cosas desde otro punto de vista, desde otras perspectivas y prioridades, me enriquece pero si en vez de aportar mi personalidad femenina  intento adquirir la de mi sexo opuesto dudo que consiga avanzar en la correcta dirección.

No se trata de cambiar mi personalidad sino de participar de forma activa y de cambiar mis hábitos y comportamientos para que estén más acordes a los tiempos en que vivo

martes, 19 de abril de 2011

LA IDENTIDAD MASCULINA

Para el hombre es muy distinto. Tengo que recordar tiempos pasados, no muy lejanos, para poder entender el porqué, en el momento actual, el hombre en edad madura no entiende  muy bien cual debe de ser su nueva identidad y el porqué de su desorientación.

El nacer hombre era suficiente para que la cultura y la educación del pasado le situaran en una posición de dominio por encima de la mujer, gozando de muchos privilegios y sin tener que hacer ningún esfuerzo por conseguirlos. A cambio se le pedía  ser fuerte, protector y capaz de cubrir las necesidades básicas de supervivencia y seguridad de la familia.

Se les enseñaba pautas de comportamiento distintas a las de la mujer. No podía mostrar sus sentimientos pues eso le hacía parecer débil ante los demás y su participación en las tareas domésticas eran mal vistas por la sociedad por considerarlas tareas degradantes exclusivas del sexo  femenino. La paternidad era ejercida desde la distancia pues se consideraba que era la madre la responsable de los cuidados del hijo.

Con esta herencia cultural, el hombre que en estos momentos ha llegado a su madurez, se ha encontrado, a consecuencia de la evolución de la mujer, que tiene que modificar sus pautas de conducta y evolucionar en una dirección que no ha elegido, sino que le ha sido impuesta.

No me extraña que también el hombre se ponga a la defensiva ante la presión de la mujer a la que considera responsable de  haber perdido todos aquellos privilegios que los hacía especiales y superiores.

Algunas pautas de comportamiento que les eran toleradas son ahora criticadas por la sociedad y otras son compartidas con el sexo opuesto. La fuerza física ya no es necesaria y la protección y abastecimiento de la familia, con la incorporación de la mujer al mercado laboral, es compartida.

Se le alienta para que exprese sus sentimientos pues ya no son símbolo de debilidad sino de sensibilidad y debe cuidar más de su imagen, del mismo modo que lo hace el sexo femenino. Además, tiene que asumir responsabilidades cotidianas en el hogar  y participar de forma activa en la educación y cuidado de los hijos.

Ya no queda mucho de ese hombre que tenía que ser el modelo para muchos de los que recibieron la educación “machista” de antaño y resulta bastante complicado asumir, a partir de cierta edad, que todo lo aprendido ya no tiene validez y que debe cambiar valores, moral y pautas de comportamiento.

La resistencia a los cambios ha dificultado el proceso evolutivo masculino y son ahora las nuevas generaciones las que van marcando el nuevo camino para una nueva identidad masculina más acorde a los nuevos tiempos.

lunes, 18 de abril de 2011

LA MUJER ACTUAL

En el momento actual la sociedad me pide que sea buena esposa, madre, enfermera, administradora, hacendosa, organizadora, cariñosa y hasta sumisa (tal como me enseñó en otro tiempo mi madre) y a la vez tengo que trabajar fuera de casa, ser una buena profesional, tener vida social, ser independiente, culta,  sexi, autosuficiente, seguir una formación continuada para estar al día y tener siempre la mejor imagen posible y todo ello con una sonrisa en la boca y sin ojeras.

Duro trabajo el que tengo que hacer todos los días para que, al final, compruebe que solo soy valorada, por algunos, por lo guapa o fea que soy o lo “sexi” o no que es la ropa con que me visto.

Tengo que priorizar lo que más me interesa para no “morir en el intento” y desde luego he de eliminar todas las contradicciones que puedo, pues no se puede ser independiente y dependiente a la vez y mucho menos una persona con estas características podria ser sumisa.

No es de extrañar que me ponga a la defensiva cuando tengo delante al sexo opuesto con algunas de sus exigencias, sobre todo cuando oigo algunas preguntas que suelen hacerme aquellos que siguen buscando a la mujer sumisa y que teme a la mujer actual: ¿No serás feminista verdad?, como si ser feminista fuera algo negativo o un insulto. He llegado a comprender que esta palabra tiene significados distintos según quien la pronuncia.

No por haber evolucionado, la mujer tiene que ser menos femenina. Tengo mi manera femenina de pensar, de hacer las cosas, de trabajar, de sentir y de expresarme. La evolución de la mujer nada tiene que ver con querer ser hombre y actuar como tal, como algunos dicen, sino con el derecho a la igualdad en todos los aspectos como ser humano y persona que soy, al margen de si soy hombre o mujer.

domingo, 17 de abril de 2011

"LA MUJER Y EL HOMBRE PERFECTOS"

La forma en que analizo las cosas es diferente a como lo hacen los hombres y algunas de mis prioridades seguro que también lo son. Pero ha sido la cultura y la educación recibida la que ha marcado las grandes diferencias entre ambos sexos.

En vez de pensar y encontrar el motivo de nuestras diferencias me suelo mover por impulsos aprendidos derivados de la educación recibida. Me han educado y condicionado mis pautas de comportamiento. Todos mis gustos y necesidades han sido dirigidos por una sociedad que me dice, según la moda del momento, cómo debo vivir mi vida como mujer, lo que es mejor para mí, lo que he de hacer para parecer más femenina, lo que debe de ser un hombre para que me guste a mí y como debo  expresar mis sentimientos. Pero las modas cambian y lo que antes parecía correcto ahora ya no lo es y tengo la suerte de poder elegir entre una mayor variedad de opciones que antes, por ser mujer, no me era permitido.

Como mujer tengo objetivos muy difíciles de conseguir. Ahora tendría que ser lo que antes me decían que debía ser y lo que ahora me dictan los nuevos tiempos. Una mezcla de comportamientos muchos de ellos contradictorios, de habilidades y de capacidades que me quieren llevar a lo que sería, en este momento, “la mujer perfecta” y que, si hago caso de tanta propaganda, llegaría a acabar conmigo.

Pero los hombres, sobre todo a partir de “cierta edad”, no lo tienen nada fácil. Su educación les llevaba en una dirección que en pocos años ha quedado anticuada. Acostumbrados a tener unos privilegios, unas pautas de comportamiento y una manera de pensar también aprendidas y con las que se sentían cómodos, tienen ahora que cambiar forzados por una realidad a la que no consiguen comprender.

Se pretende también que ellos sean “el hombre perfecto”. Tienen que conservar todos aquellos atributos típicamente masculinos que les dicen que nos gustan a las mujeres y además deben ser el hombre moderno que deseamos, haciendo responsable a la mujer de verse obligados a asumir estos cambios. Es el camino a una nueva identidad masculina en convivencia con una identidad femenina que también sigue evolucionando.

Tengo mucho que entender de mi opuesto y este tendría que hacer también un esfuerzo en comprender tanto lo que nos diferencia como lo que estoy segura que nos une. Los roles que antes eran dispares poco a poco se van aproximando dejando cada vez menos diferencias con respecto a los comportamientos y privilegios según el sexo.

sábado, 16 de abril de 2011

RIVALIDAD ENTRE SEXOS

“el hombre que todavía no existe y la mujer que ya no está”

En bastantes ocasiones en que participé en charlas y debates, cualesquiera fueran los temas a tratar, siempre se acababa hablando de los dos temas favoritos de la mayoría de los “singles” “El sexo y la rivalidad entre sexos”.

Los temas sobre sexualidad siempre han sido muy atractivos además de útiles y educativos pero los que levantaban verdaderas pasiones eran los dedicados a “sacar los trapos sucios” y defectos del sexo opuesto.

Pocas eran las personas que tenían una actitud conciliadora y empática en estos debates  así que siempre surgían dos bandos. Tanto las mujeres como los hombres tomaban partido aliándose con el sexo al que pertenecían para “atacar” al contrario personalizando, habitualmente, con experiencias propias. Esta tan apasionada discusión siempre acababa por enseñarme muchas cosas sobre los comportamientos según el sexo y de cómo nos vemos los unos a los otros.

Me pregunto porque actúo como si estuviera enfrentada a mi sexo opuesto. Parece una competición para ver quien tiene o no tiene razón en todo. Quizás lo hago para defenderme aunque no sepa muy bien de qué, para no perder mi privilegio, para justificar mi comportamiento o mantener una identidad propia. Lo cierto es que no sé cual es realmente el motivo pero no pierdo la ocasión, si me dan la oportunidad, de “atacar” al contrario con mis ideas basadas en mis propias experiencias.

Es cierto que biológicamente somos distintos pero podría ver, si me fijase bien, que quizás más que distintos puede que seamos complementarios. El problema está en que en vez de verlos como personas con algunas diferencias los miro como seres distintos cuando solo son personas con un distinto orden de prioridades y unas maneras diferentes de expresar los sentimientos.

La cultura en la que vivo me ha enseñado “lecciones” de diferenciación sexual que en estos momentos, debido a los cambios de las últimas décadas, con respecto a la evolución de la mujer en mi sociedad, están desfasadas. Estos cambios se han producido en un corto espacio de tiempo y, en el caso de la mujer han sido deseados. En cambio, a pesar de no ser deseados por el hombre, es inevitable que se produzca una evolución masculina que comporta un cambio de mentalidad, de comportamiento y de costumbres.

En la actualidad las generaciones masculinas de mediana edad se encuentran en un momento evolutivo entre la moral antigua heredada y una nueva que no acaban de aceptar y son en las nuevas generaciones donde se puede apreciar un cambio de mentalidad masculina que puede ser el origen de un mayor entendimiento y acercamiento entre ambos sexos.

viernes, 15 de abril de 2011

ANDAR SIN "MALAS ARTES"

Si alguien cree que las artimañas acaban cuando la separación o divorcio es un hecho, está muy equivocado. Si no tienes hijos y el reparto ha sido equitativo puede ser que sea así, pero si hay hijos o los bienes no han sido del todo repartidos podría ser que no.

Los hijos son utilizados por algunos padres para hacer llegar reproches, sentimientos de culpa y cualquier otra artimaña con el fin de vengarse, obtener privilegios o cualquier otra cosa que se pueda desear.

A muchos se les hace difícil asimilar que una vez separados todo aquello que antes les podía unir con la otra persona haya desaparecido e intentan, desde la distancia, ejercer su influencia sobre el otro. Aprovechan cualquier ocasión para volver a intentar a actuar como antaño sin querer recordar que tales “artes” han podido ser una de las causas de su separación.

No solo puedo utilizar métodos de dominación dentro de la relación de pareja sino también en mi entorno familiar y social. Ahora, al estar sola, tendré que cubrir mis necesidades de una manera distinta y las personas que me rodean pueden ayudarme a conseguirlo. Pero ayudar no significa que tengan ninguna obligación para conmigo y no tengo derecho a exigir lo que no estén dispuestos a ofrecerme voluntariamente.

Cada uno decide en libertad lo que quiere o puede dar a otro y si ese otro soy yo tendré que mostrar agradecimiento por cada una de las ayudas que reciba.

Aprender de los errores pasados me da la experiencia necesaria para intentar no cometerlos en el futuro. Darme cuenta de que mi comportamiento ha podido anular la libertad de otros me ayudará a ser más prudente tanto en la relación con mi familia, como con los nuevos amigos, con los compañeros y las futuras parejas que pueda tener.

Sería estupendo que pudiera conseguir evitar en el futuro utilizar “malas artes” para conseguir lo que deseo y simplemente me conformara con aquello que los demás estén dispuestos a darme.

No se suele apreciar lo suficiente lo que se recibe de los demás y por eso tengo que tener en cuenta de que el saber recibir es tanto o más importante que el saber dar.

jueves, 14 de abril de 2011

"EL ARTE DE LA MANIPULACIÓN"-2

Podría haberme ahorrado mucho trabajo, tiempo y más de un disgusto si en vez de “investigar” hubiera preguntado directamente o hubiera sido sincera explicando mis intenciones.

Si creo que me quiere abandonar y no encuentro nada habré perdido una parte de la confianza que había depositado en mí y estoy segura de que me pasará factura más adelante, pero si mis sospechas son acertadas será el momento de reflexionar sobre lo que ha podido suceder y lo que más me conviene a partir de ahora.

En vez de eso empiezo a actuar visceralmente de nuevo, intentando recuperar lo perdido. La mezcla de sentimientos y el miedo a lo que está por venir me impiden ver con claridad. Intento desesperadamente retrasar lo que ya sé que es inevitable y demostrar lo mucho que me necesita aunque es a mi autoestima a quien le hace falta oírlo. Hago incluso promesas de cambio que sé que no seré capaz de cumplir y pongo tantos impedimentos como puedo para alargar la situación aunque lo que estoy consiguiendo es solo empeorarla.


Y si he sido yo la que he decidido marcharme debería asumir la responsabilidad que supone tal decisión sin intentar culpar a nadie, en vez de buscar en que ha fallado el otro para sentirme mejor conmigo misma y justificarme. Me resulta más fácil que sea otro el que parezca el culpable y causante de mi decisión que afrontar mi propia responsabilidad ante los demás.


Sea cual sea el motivo de la separación utilizo toda la información que poseo para crear sentimientos de culpa, me muestro dependiente y saco al “pobrecito de mí” que llevo dentro. Como último recurso utilizo amenazas y chantajes, pero a pesar de todo, en algunas ocasiones, llega el día en que  la separación de dos personas que han vivido una parte de su vida en común es una realidad.

miércoles, 13 de abril de 2011

"EL ARTE DE LA MANIPULACIÓN"-1

No creo que haya nadie que no haya utilizado alguna artimaña que otra para conseguir aquello que quería.

Durante la convivencia es demasiado frecuente utilizarlas, en mayor o menor medida. Es algo habitual que forma parte de la vida en común y no solo entre las parejas sino con todo aquel que esté cerca de cada uno.

Pero cuando puedo poner más empeño en manipular al otro es cuando me doy cuenta de que mi relación está en peligro y no importa quién es el que quiera ponerle fin. Ya sea para que no se vaya el otro o para poder justificarme si lo he decidido yo. Es entonces que saco todas mis armas y empiezo un ataque despiadado persiguiendo no sé muy bien el qué.

Algo se va, algo me quita, pero no tengo muy claro cuáles son los verdaderos sentimientos que me hacen actuar así. ¿Es amor, el orgullo herido, el miedo, el egoísmo? Si soy yo la que me voy, no quiero ser “la mala” por lo que tendré que justificarme haciendo que sea el otro el culpable y si me abandonan tengo que ponérselo muy difícil e intentaré impedírselo aunque no esté muy segura de que me convenga.

Sea como sea son días en los que resulta difícil pensar con frialdad y suele ser más fácil dejarme llevar por impulsos que por el buen razonamiento.
Las sospechas de que me van a abandonar o la búsqueda de mi justificación por haber tomado yo la decisión, me lleva a cometer un gran número de violaciones de la intimidad de la persona que, se supone, tiene toda mi confianza y la confianza que tenga ella depositada en mí seguro que quedará bastante maltrecha.

Lo primero que se me ocurre es buscar los motivos que justifiquen que mi relación está “en peligro”. Para ello tengo que “investigar” para encontrar alguna que otra información que me pueda ser útil. Pero desconozco lo que voy a hacer cuando las encuentre.

Registro su ropa (en especial los bolsillos), el móvil, el ordenador, las facturas, los gastos y todas aquellas pertenencias personales y lugares de la casa en las que podría encontrar algo escondido; Controlo sus horarios, lugares donde dice que va, sus llamadas, su coche; Escucho disimuladamente sus conversaciones; Le hago preguntas con intenciones concretas y doy por ciertas afirmaciones, como si ya le hubiera pillado en falta, para ver su reacción; Realizo visitas sorpresas en el trabajo de vez en cuando y le llamo constantemente por teléfono con cualquier escusa que se me ocurra para controlar donde está.

Una tarea de acoso constante, goteo de indirectas y vulneración de su intimidad que parece que no tiene límite. Todo parece valer pero no soy muy consciente del motivo real de mi comportamiento. ¿Podría ser el miedo por lo que está por venir o la pérdida de algo que consideraba que era mío?

Muchos son los sentimientos que afloran en estos momentos de tránsito de una manera de vivir a otra y muchas son las dudas que tengo, pero si me pongo a pensar nada justifica mi comportamiento y estoy segura que en nada me beneficia

martes, 12 de abril de 2011

METODOS Y ARTIMAÑAS -2

Hay muchas maneras de conseguir que el otro haga lo que yo quiero o de hacer yo lo que deseo, y todo ello pretendiendo que no tenga ninguna consecuencia posterior en ninguno de los dos casos. Puede ser uno de los miembros de la pareja  o pueden ser ambos los que practiquen en ocasiones métodos o artimañas para conseguir sus objetivos. Incluso me atrevería a decir que, a veces, el que hace de manipulador, dependiendo de las circunstancias, acabe siendo el manipulado.

Uno de los métodos más utilizados de manipulación es la de conseguir ser totalmente dependiente de la otra persona sin que haya razón real para que sea así. De esta manera se obtiene una atención constante y el control es casi total. Un ejemplo podría ser utilizar la salud como excusa para conseguir mostrarme desvalida y dependiente y de este modo obtener la sumisión del otro.

Yo le llamo “el pobrecito de mí” Es una actitud cotidiana que nada tiene que ver con penas, desgracias, enfermedades… Las personas que la utilizan no buscan la ayuda de los demás sino que su objetivo es la sumisión del otro a través de inventar jaquecas, fibromialgias, crisis de ansiedad, depresiones, etc... Este método tiene el inconveniente de que al final el manipulador puede acabar siendo su propia víctima y la dependencia ficticia puede llegar a ser real.


Otro metodo muy utilizado en "el arte de la manipulación" es la de crear sentimientos de culpa. Culpar es una práctica muy común en la relación de pareja. Se puede conseguir que te sientas culpable por ser hombre o por ser mujer, utilizando tópicos sexistas dañinos; por lo que haces y por lo que no haces, encontrando miles de defectos a todo; por lo que hiciste en el pasado y por lo que dejaste de hacer, con reproches constantes; por muchos de los errores de los demás; por las propias faltas del manipulador y hasta de lo que podría pasar en el futuro. Podría decir que este método de dominio es el más peligroso pues conlleva la pérdida de autoestima y  suele acabar fácilmente en maltrato psicológico y físico.

Y esta manera tan sutil que tienen algunos de insinuar, sin llegar a decirlo, que algo has hecho mal, para conseguir volverte loca buscando en que has fallado con el fin de desconcertarte y mantenerte siempre pendiente de sus reacciones. Cambios de humor constantes, de opinión, de deseos, de sentimientos, de actitud,… sin un motivo que los justifiquen. Te dan “una de cal y otra de arena” y no sabes muy bien cómo reaccionar.

También los que consiguen hacerte sentir un extraño dentro de tu propia casa; los que no te escuchan y te dicen “si, cariño” para que creas que te están escuchando y luego hacer lo que ellos deciden sin contar contigo; Los que se creen superiores a ti y consideran que no tienes ni la capacidad ni la inteligencia para decidir en ciertos asuntos que te afectan directamente… Muchas son los métodos de querer hacer lo que uno quiere imponiendo sutil o no tan sutilmente su voluntad al otro.

No acabo de comprender que, para vivir en pareja y participar en las decisiones de la vida en común, tenga que utilizar artimañas, manipulaciones, evitar ser lo más sincera posible y dar un buen “rodeo” a los temas en cuestión par desconcertar al otro y así, disimuladamente conseguir lo que quiero. Encontrar buenas excusas o inventar "creíbles historias” me parece un esfuerzo innecesario cuando decir lo que deseo resulta mucho más fácil... siempre y cuando lo que deseo no sea "algo" que deba ser ocultado y si "algo" hace falta ocultar tendría que empezar a pensar que mi relación peligra.

lunes, 11 de abril de 2011

METODOS Y ARTIMAÑAS -1

Muchas veces intento encontrar explicación a lo sucedido acudiendo a mis recuerdos. Son muchos los errores cometidos y me he dado cuenta de que la educación recibida es responsable, en parte, de algunos comportamientos que he tenido hacia el otro.
Ambos sexos hemos heredado de nuestros padres algunas “artimañas” aceptadas como normales, para conseguir aquello que queremos, o no queremos, sin que haya muchas diferencias en cuanto a los métodos. Además, la religión, las costumbres y la cultura también han tenido mucha influencia sobre nosotros ya sea por ser permisivos o por fomentar esta clase de actitudes.
Cada pareja establece el tipo de relación que cree que más le conviene, si ambos están de acuerdo y se sienten bien en ella. Las relaciones tienen que ser satisfactorias para ambos miembros de la pareja, sea cual fuere la fórmula adoptada.
El problema aparece cuando uno de los dos se convierte en víctima de la manipulación del otro, saliendo psicológicamente perjudicado. Hay quien suele utilizar estratagemas ya sea por venganza o para sentirse poderoso con la sumisión del otro.
Estoy convencida de que la mayoría creemos que la manipulación y la posesión del otro es cosa de los demás, pero cuando recuerdo tiempos pasados y observo a los que me rodean, me doy cuenta de que ambas cosas forman parte de la vida cotidiana de la mayoría, sin que le demos mucha importancia.
La manipulación puede ser tan rutinaria en mi relación que pueda sentirla como algo normal e incluso pueda confundirla como un sentimiento afectivo del otro hacia mí, cuando en realidad es un comportamiento posesivo.
Disimulado entre sutilezas, juegos de palabras y maneras de hacer, hay ocultos un sinfín de comportamientos de manipulación sistemática establecida en el seno de la relación de pareja y del que solo se habla en casos muy extremos.
Hay que tener en cuenta que todas estas manipulaciones son comportamientos posesivos dirigidos a la otra persona y pueden causar la pérdida de autoestima y daños psicológicos importantes, llegando incluso al maltrato psicológico. El ser o no conscientes de ello no me exime de la responsabilidad que tengo al realizarlos.

domingo, 10 de abril de 2011

UN NUEVO COMIENZO

Y llega el día en que la separación es ya en un hecho real. El momento en el que al cerrar la puerta de mi casa me doy cuenta de que estoy sola. Es inevitable sentir una sensación de vacío y es cuando el sentimiento de soledad puede empezar a acechar.

Las discusiones ya han cesado, todo se ha repartido y cada cual comienza de nuevo. Tengo todo un futuro distinto por delante y es ahora cuando debo establecer un orden de prioridades muy distinto al que tenía el día anterior.

Ya no estoy imaginando como sería sino que vivo lo que ya es y el comienzo quizás no es tal cual lo imaginé, aunque todavía no soy lo bastante capaz de darme cuenta de todo lo que me está sucediendo. De hecho en cada cambio que se ha producido en mi vida he tenido parecidas sensaciones. Todo comienzo me asusta hasta que lo nuevo se convierte en cotidiano y ahora no va a ser menos.

Tendré que hacer un esfuerzo para saber lo que quiero y lo que tengo que hacer a partir de ahora en muchos aspectos de mi vida que ya han cambiado.

Desde el mismo momento en que cerré la puerta, la lista de tareas pendientes me obliga a decidir en qué orden colocaré mis primeras necesidades al comenzar a afrontar mi nueva vida:


·    Recuperar la autoestima dañada por la causa y el proceso de separación es una prioridad a conseguir pues me dará la fuerza suficiente para afrontar los grandes retos que tengo por delante.

·    Mantener la familia unida. Me parece importante cuidar de mi familia en estos momentos. También ellos tienen que adaptarse a la nueva situación y tengo que cuidar que el cambio sea lo menos traumático posible. Mis sentimientos deben quedar a un lado en beneficio de los que sin tener ninguna responsabilidad se han visto afectados. Siento que me necesitan tanto como yo les necesito a ellos y no debo realizar ninguna acción que les pueda perjudicar.

·    Mantener mis necesidades básicas de supervivencia ha sido un objetivo importante en la negociación pero puede que el resultado obtenido no sea suficiente para poder cubrirlas por completo. El poder adquisitivo del que he disfrutado hasta ayer ya no es el mismo hoy y tendré que adaptarme a mi nueva economía. Según mi situación laboral tendré que hacer frente a mi propia autosuficiencia sin pretender depender de otros ya sea manteniendo el trabajo actual, mejorando mis propios ingresos o iniciando un camino profesional.

·    Volver a vivir en un hogar. Si me he quedado a vivir en la casa familiar todo se ha desmantelado. El reparto ha dejado vacíos que habrá que volver a llenar para recuperar la sensación de hogar y borrar la presencia de la otra persona no será tarea fácil. Si por el contrario vivo en una casa nueva tendré que ocuparme de eliminar su frialdad para convertirla en mi hogar incorporando la parte de mi vida anterior que me queda y añadiendo todo aquello que haga sentir bien.

·    Sociabilizarme. Los conocidos y amigos que tengo son amigos compartidos. La nueva situación les incomoda  y no les es fácil adaptarse. Perderé a muchos de ellos y tendré suerte si conservo alguno. Tendré que conseguir encontrar nuevos amigos, integrarme y participar en la sociedad de forma individual, satisfacer mis necesidades de ocio, de sexo y de nuevas relaciones.

·    Y muchas otras necesidades que tendré que satisfacer para poder llegar, en el futuro, a sentirme realizada…


sábado, 9 de abril de 2011

UN BUEN ACUERDO

Y ahora viene la parte más complicada…

De repente descubro que todo lo que me pertenecía, aunque fuera compartido, desde este momento ya no lo es. Hay una larga lista que hay que repartir, desde la más pequeña pertenencia hasta la más grande y es cuando empieza la larga y, la mayoría de las veces, desagradable negociación.

Lo primero en que pienso es en quien de los dos vivirá con los hijos. El que conviva con ellos tendrá ciertas ventajas económicas pero también muchas más responsabilidades.

Si son mayores será mucho más fácil pues pueden comprender mejor la nueva situación y adaptarse a ella y tienen, además, capacidad de elección sobre su futuro, pero si son menores el problema es mucho mayor. Alguien tendrá que asumir la responsabilidad diaria de educarlos pero… ¿Quién?  Llegar a un buen entendimiento en esta cuestión será siempre muy beneficioso para ellos porque la situación les afecta directamente tanto por el cambio de vida que supone, como por el trastorno emocional que les causa y por las dudas que la nueva situación genera.

Desgraciadamente no siempre se les tiene tanto en cuenta. Sé de padres que utilizan a sus hijos en la negociación como si se trataran de un instrumento para conseguir mayores beneficios o simplemente para coaccionar y vengarse del otro. La “lucha” por la custodia de los hijos es la más dura si no se prioriza el bienestar de ellos por encima de egoísmos, avaricias, odios, venganzas…
 
Lo que antes carecía de importancia ahora me parece que no puedo vivir sin ello y defiendo lo que creo que es “mío” sin tener muy en cuenta al otro. Lo que antes era compartido a partes iguales y a veces no deseado, porque no había que repartirlo, ahora puede llegar a ser motivo de grandes discusiones.

La persona que tengo enfrente parece distinta a la que he tenido al lado durante tanto tiempo Es una “guerra” en la que parece que todo valga con tal de conseguir seguridad económica y salir con mayor beneficio.

Sentimientos de culpa, sentimientos de abandono, sentimientos de liberación y la generosidad que “brilla por su ausencia”. Aquel de los dos que más dinero ha ganado se cree con más derechos y cree que el reparto no debe ser en condiciones de igualdad. Cada uno pensamos que es poco lo que obtiene, sin darnos cuenta de que el repartir es quedarse con la mitad y no pretender quedarse con “casi todo” y se utilizan toda clase de artimañas para poder obtener un poco más.

Ponerse de acuerdo resulta difícil y he de estar atenta para no salir perjudicada, tengo que tener siempre en cuenta a los que están de algún modo afectados para que no salgan perjudicados. Los malos acuerdos siempre tienen consecuencias futuras difíciles de superar y pueden afectar no solo a los que se separan sino a los que están a su alrededor.

Estoy segura de que conseguir llevar a cabo una buena, pacífica y generosa negociación para llegar a un buen acuerdo será para todos un buen principio para un mejor futuro