¿Decimos realmente lo que queremos decir, oímos
lo que queremos oír o vemos lo que queremos ver?
¿Quiénes somos realmente? ¿Los que
aparentamos ser, quien mostramos a los demás o el conjunto de información
voluntaria e involuntaria que transmitimos?
Para mí, la respuesta es muy clara. Es el
conjunto de información que me proporciona el lenguaje verbal, el corporal, la
mirada que, junto al comportamiento y el entorno, puede darme una idea más
precisa de quien es la persona que tengo delante.
Resulta muy interesante observar estos
mensajes interaccionando unos con otros y es frecuente ver que lo me expresan
en el lenguaje verbal entra en contradicción con las otras fuentes de
información.
Pienso que según dónde y con quien estamos,
nuestros mensajes pueden ser diferentes, e intentamos mostrar a los demás una
pequeña parte de quienes somos realmente
e incluso podemos llegar a distorsionar nuestra realidad para llegar a
conseguir objetivos concretos.
Estoy segura de que me comporto de forma
distinta en mi entorno familiar, en el laboral, en el social y sobretodo en el
entorno íntimo, dónde la realidad suele estar mucho más presente, al ser este
un ambiente mucho más relajado.
Siempre es una parte de mí la que muestro
conscientemente pero el buen observador, si lo desea, descubrirá mucha más
información sobre mí, lo quiera yo o no.
Es frecuente que la opinión sobre
una misma persona varíe según sea el ángulo de observación que aplique, el entorno en que
esté situado y el deseo de aproximación que tenga, por aquello que “no hay
más ciego que el que no quiere ver ni más sordo que el que no quiere oír”.
Cuanta más distancia emocional y menos
intereses pongo sobre la persona, más fiable es el reconocimiento de la
información que recibo.
No solo doy importancia a los mensajes verbales
o físicos que me transmiten, el cual y cómo es su entorno habitual, el cómo se visten,
sus hábitos alimentarios, sus gustos….todo es fuente de información.
La manera en que vivimos, nos vestimos y
organizamos nuestras cosas muestra más nuestra manera de ser e incluso nuestros
problemas emocionales de lo que nos gustaría creer y, en ocasiones, entra en
contradicción con la información que conscientemente damos a los demás.
La palabra es el mejor medio de
comunicación que tenemos, aunque no el único, que podemos utilizar para
intentar manipular a los demás. Es frecuente encontrar personas que interpretan
personajes para conseguir sus objetivos e intentan ocultar su verdadera
personalidad, pues son conscientes que con su verdadero yo no lo conseguiría.
Por ello creo que es conveniente no dejarme
llevar por lo aparente e intentar encontrar la realidad de las personas con las
que decida compartir mi vida tanto personal como social.
El tiempo, inexorablemente, pone cada cual
en su lugar y no se puede fingir eternamente ser alguien que no se es.