domingo, 24 de julio de 2016

INSTALADA EN "MI SOL EN LA TOSCANA"

La sabiduría popular dice que, en la vida, cuando se nos cierra una puerta se suele abrir alguna ventana.

Tras la puerta he dejado muchas experiencias vividas en un lugar que me era muy conocido y en el que me sentía muy segura, pero nunca pensé que al mirar por esta ventana entreabierta, hubiera tras ella un mundo tan atractivo.

Sabía que me esperaba una vida diferente en este entorno rural, pero nunca imaginé que esa diferencia me sedujera de la manera en la que lo está haciendo. Parece que mis sentidos están más despiertos y aprecien sensaciones que antes me pasaban desapercibidas.

La belleza del paisaje me cautiva todos los días, desde que me instalé en esta tierra. Sus grandes extensiones de viñedos parecen no tener fin y aquí la luz tiene un brillo especial que me resulta imposible de describir.

Si el paisaje me enamora son sus gentes las que me sorprenden. La vida de la ciudad, con sus prisas y su impersonalidad contrasta con la manera en que se relacionan las personas en este ambiente rural.

Las relaciones sociales son aquí mucho más naturales y la ayuda mutua es una práctica habitual. Como recién llegada me siento muy observada, pero puedo asegurar que también me siento muy bien acogida. Solo hace una semana que me he instalado y sorprendentemente vida social ya es bastante activa.


En un cambio tan importante no puedo decir que todo sea positivo, pues no hay nada perfecto, pero lo realmente importante es que miro hacia adelante con optimismo y con la certeza de que esta nueva experiencia merece ser vivida.