lunes, 24 de octubre de 2011

LA CRISIS Y LOS RECORTES

Se me hace difícil escribir desde el punto de vista optimista habitual, dados los tiempos que corren.

Si ya era complicada mi vida en soledad ahora vivo y sufro los famosos “recortes” que lejos de ayudarme todavía me complican más la vida. Con menos calidad y atención sanitaria, tendré menos esperanza de vida, sin trabajo seguro peligra mi supervivencia y sin la debida formación tendré, sin dudas, menos oportunidades.

Así que, como la mayoría, vivo agobiada por los famosos "recortes" que, algunos dicen, nos,harán salir de esta crisis, aunque por más que me esfuerce solo veo que vamos de mal en peor y, en cambio,  echo de menos otras medidas más eficientes y menos dañinas para el conjunto de la sociedad.

Parece ser que el valor de lo necesario o innecesario, lo justo o injusto es diferente según a quién beneficia y no a cuantos beneficia.

¿Será que tengo las tijeras equivocadas? ¿Será que algunos utilizan las tijeras que más les convienen por razones inconfesables?

Me pregunto dónde estarán los recortes en aquellas cosas que no son imprescindibles para la supervivencia y el bienestar de todos.

Me angustia observar como algunos imponen soluciones a esta crisis destruyendo uno a uno todos los logros sociales que costaron tanto conseguir sin que, hasta este momento, nadie les haya podido poner freno.

Me hablan de soluciones que no puedo entender para que un juego llamado Bolsa, unos mercados que no puedo ver ni tocar, bancos en dificultades por jugar con el dinero de todos a “la Bolsa” y grandes fortunas que también juegan a lo mismo, dejen de estar en peligro y sigan creciendo. Para eso, no se les ocurre otra cosa que yo (y los que son como yo) pague para ayudarles con mi salud, educación y calidad de vida y todo esto sin que nadie me haya pedido mi opinión...

¿Quiénes son realmente los que deciden por mí? He llegado a comprobar, por lo que escucho a diario, que los que se creen con derecho a decidir sobre mi vida presente y futura, ni siquiera están en mi propio país, nadie en realidad los conoce y, estoy segura de que, siendo responsables de lo que está ocurriendo, no se aplican ningún recorte.

También compruebo que, con respecto a la información, prevalece lo que conviene contar a lo que en realidad pasa, por lo que pudiera pasar si se sabe, claro.

Me cuesta permanecer impasible sin mostrar mi descontento ante tanta poca eficiencia e incoherencia, pues estoy segura que el coste a pagar es y será muy alto, si no surgen nuevas fuerzas e ideas que releven al actual sistema, incapaz de encontrar soluciones efectivas en beneficio de la mayoría.

Tengo un destino incierto y muy pocos medios para hacerme oír pero no voy a dejar pasar ninguna oportunidad de hacerlo.

domingo, 28 de agosto de 2011

LA JUBILACIÓN Y "LA CRISIS" -2

¡Y yo que creía que era la única responsable de las consecuencias derivadas de mis propias decisiones!

Ahora me doy cuenta de que, además de mí, hay fuerzas sociales que no puedo controlar que influyen en mis proyectos, mis aciertos y mis fracasos.

Lo que ayer me parecía impensable ahora lo vuelvo a reflexionar y me parece posible, pero eso no evita que, aunque mi mente lo acepte, pueda tener consecuencias importantes en mi estado emocional.

Tengo por delante un futuro incierto en el que “la modernidad” que hasta ahora dictaba una forma de vida para la persona mayor, pueda ahora cambiar de dirección por necesidad de supervivencia.

Ni que decir tiene que, en las últimas décadas, mi sociedad ha conseguido grandes mejoras en la calidad de vida de los mayores. Ser mayor y jubilarse hoy ya no significa la espera sumisa hacia el final irremediable de la vida, sino el descanso merecido al esfuerzo de tantos años de lucha, una mejor calidad de vida y una mayor esperanza de vida que antaño.

Mi sociedad ha hecho posible que muchos consiguieran encontrar en este período llamado “la tercera edad” una faceta en su vida compensatoria a tantos sinsabores vividos, al tener la oportunidad de retomar lo que se dejó apartado del camino por ser sustituido por lo que era necesario en cada momento.

¿Y ahora que me espera a mi?¿Cómo será mi “tercera edad”? ¿Llegaré a alcanzar una edad avanzada como hasta ahora lo hacen muchos de los mayores o por falta de vida activa y de asistencia quedará reducida mi esperanza de vida?

Yo, que he decidido luchar por mi independencia y libertad hasta una edad avanzada ¿Voy a renunciar a mis sueños pendientes, aceptando una situación de dependencia estando en plenas facultades?

Si mis facultades están disminuidas puede resultarme más fácil, pero en estos momentos y desde cierta distancia en el tiempo, se me hace muy difícil imaginarme en esta situación.

Estoy segura de que tanto recorte social influirá negativamente sobre la natalidad y la mortalidad de nuestro país. No es posible en la actualidad mantener una familia con muchos miembros y gracias a los recortes en sanidad, la pérdida de calidad en la atención sanitaria ya es un hecho que no se puede ocultar.

Hasta ahora y desde no hace muchas décadas las relaciones familiares han sido muy diferentes a las de otras épocas. Para mí era normal la convivencia con los abuelos e impensable una residencia para ellos. Eran épocas en que el cuidado de los mayores se hacía dentro de la unidad familiar el mayor tiempo posible.

Pienso que los jóvenes de hoy, que serán los adultos del mañana, no han sido educados para que acepten que seamos, los mayores, dependientes de ellos en su vida cotidiana, tal como era normal para nosotros en otra época y muchos de ellos pueden verse obligados a tener que adaptarse a estos cambios, forzados por la necesidad.

Actualmente la educación ha ido dirigida hacia la independencia de todos los miembros de la familia, en una sociedad que avanzaba en una única dirección, dejando atrás el pasado y yendo hacia la modernidad constante.

Ahora observo que, debido a necesidades impuestas, el aumento de la dependencia entre los miembros familiares es cada vez mayor.

Los jóvenes dependen cada vez más y por más tiempo de los padres, los mayores podrían tener grandes dificultades de supervivencia independiente en un futuro no muy lejano, teniendo que depender de los hijos y los que entonces serán los padres podrían necesitar el apoyo de los demás para conseguir satisfacer las necesidades de la familia.

A pesar de todo, dudo en que la situación futura vuelva a ser exactamente como en otras épocas, pues las circunstancias sociales serán distintas y la mentalidad también, pero de lo que si estoy segura es de que la actual crisis influye de forma considerable tanto en nuestra forma de vida como en nuestro comportamiento y estos cambios impuestos podrían producirse con mucha rapidez y con consecuencias imprevisibles a nivel emocional.

Pero sobreviviré por mucho que me cueste. La fuerza de adaptación del hombre es inmensa y lo ha demostrado durante toda su existencia y yo no voy a ser la escepción.

Cuanto más duro es mi camino más reforzada llego a la meta y, pensándolo bien, ¿Qué haría sin una vida con contratiempos por los que luchar, sin cambios en los que adaptarme, donde no quede nada por hacer, donde el conformismo me atrape y dejándome llevar por el infortunio?

...Sería como vivir muriendo.

viernes, 19 de agosto de 2011

LA JUBILACIÓN Y "LA CRISIS" -1

Conseguir ser independiente económicamente después de mi jubilación es uno de mis objetivos que, dada la situación de crisis actual, se me ha complicado bastante.

Vivo pendiente de los acontecimientos diarios y no puedo evitar trasladar mi preocupación hacia el futuro que me espera. Lo que creía que podía ser mi vida al jubilarme, es ahora una enorme incógnita que nadie me sabe aclarar.

Cuando pienso en el momento que tenga que solicitar a mi país mis derechos adquiridos y que he pagado durante años, me invade una gran desazón y una voz en mi cabeza me alerta de la posibilidad de que, con tanto recorte, ya no quede nada que recortar.

Y todo por que aquellos que siguen teniendo vidas de privilegio económico, han decidido que los demás hemos de apretarnos el "consabido" cinturón para sacar al país de la situación en la que nos han metido.

Soy consciente de que la mayoría no escapa a la influencia de la actual crisis. Los que ya han llegado a su jubilación sienten la amenaza de que su poder adquisitivo, que para muchos ya es muy ajustado, vaya disminuyendo y los que no hemos llegado todavía a la edad de jubilarnos dudamos de que, llegado el momento, lo podamos hacer.

Y si los ya jubilados temen por su supervivencia ¿Cómo no voy a temer yo por la mía futura? Aunque quiera orientar esta parte de mi vida desde el optimismo, me resulta difícil, en estos momentos llenos de incógnitas, lograr ver claro el camino a seguir.

Algo habrá que ir pensando para el caso de que las cosas vayan por caminos no previstos, por aquello de que más vale prevenir...

Llegado el momento, si llegara, dudo mucho que se me ofrezcan soluciones alternativas y como no empiece a pensar en ello desde ahora, por si ocurre lo peor y me dejan a mi suerte, puedo encontrarme en serias dificultades, teniendo que adaptarme a una situación muy distinta de la que tenía pensada para mí.

Puede que esté viviendo un período de cambio con respecto a la forma de vida futura de los mayores y muchas de las fórmulas que se han adoptado en las últimas décadas, tales como son la independencia hasta edad avanzada y el traslado a una residencia, cuando se tienen dificultades físicas o psíquicas, propias de la edad, estarán reservadas para unos pocos.

¿Es posible que, al igual que otros comportamientos sociales, viva a partir de ahora una vuelta atrás con respecto a la relación de las familias con los mayores?

En la actualidad son muchos los abuelos que participan en el apoyo de sus hijos al cuidar habitualmente de los nietos desde su independencia económica y de vivienda.

¿Volveré a ver a los abuelos formando parte del núcleo familiar como antaño, colaborando con su paga en la economía familiar?

Pensar en residencias, con el coste económico que suponen, como solución y destino de los mayores, podría muy pronto dejar de estar en el pensamiento de muchas familias y mantener un hogar con escasa o ausente paga de jubilación es misión imposible para muchos. No sería nada extraño volver a ver a núcleos unifamiliares conviviendo en el mismo espacio con los abuelos, por uno u otro forzoso motivo.

Veo que tendré que hacerme a la idea de que mi futuro independiente estará muy condicionado a lo que en estos próximos años suceda en mi sociedad, pero mientras, si tengo claro que nada está claro, tendré que trabajar en una dirección que me permita, llegado el momento, ser menos dependiente de estas garantías sociales que, al parecer y a causa de "la crisis" han dejado de ser "GARANTÍAS"



martes, 9 de agosto de 2011

LA RELACIÓN DE PAREJA Y LA "CRISIS" -3

No puedo pensar que a todos los singles nos afecta esta crisis por igual, aunque a ninguno nos es indiferente y no serán muchos a los que la actual situación no suponga algún cambio en su forma de vivir.

Estoy segura de que muchas de las actitudes y comportamientos que se observan en mi colectivo y de las que he hablado en otras ocasiones pueden cambiar, influenciados por la actual situación económica.

El miedo al compromiso, que ha impedido muchas relaciones estables, puede no ser tan frecuente, ya que compartir mejora la situación de muchos.

La competencia y rivalidades en la búsqueda de la pareja, que ya se observan en la actualidad, se podrían ver incrementadas, más a causa de la búsqueda de una mayor seguridad que de satisfacer la necesidad afectiva.

Al aplicar más racionalidad en las relaciones de pareja, las exigencias hacia el otro pueden verse alteradas en su orden de prioridad.

¿Esta racionalidad va beneficiar a mi estado emocional?

¿Qué estoy dispuesta a perder a partir de ahora por conseguir mantener mi seguridad económica?

Lo que antes veía claro y era válido ahora lo pongo en duda. No sé si conseguiré convencerme a mi misma de que la satisfacción de mis necesidades de supervivencia está por encima de mis necesidades afectivas, en la búsqueda de la que tendría que ser mi pareja.

No creo que vivir en pareja sea la única solución para mejorar mi economía. Si tengo que condicionar mi vida afectiva por interés, el coste emocional a medio o largo plazo puede ser muy alto, así que tendré que buscar alguna solución alternativa que me permita superar este difícil período sin tener que renunciar a separar el interés del afecto, evitando en lo posible cambiar,por necesidad, mi actual forma de vida por otra que pueda ocasionarme perjuicios emocionales.

Los tiempos están cambiando y esto supone cambios de adaptación a la nueva realidad en la que vivo, ya sea recuperando nuevas fórmulas de relación social y familiar que ya ha sido experimentada en otra época o para crear alguna nueva que me permita una mejor adaptación a los nuevos y difíciles tiempos que tengo que afrontar.



lunes, 8 de agosto de 2011

LA RELACIÓN DE PAREJA Y LA "CRISIS" -2

Supongo que no solo los “singles” tendremos que ser más realistas y menos soñadores. Estoy convencida de que, debido a la influencia de la actual crisis económica, se producirán cambios en muchos de nuestros comportamientos sociales y en nuestra forma de vida.

Después de un período en el que la familia tradicional ha sido muy cuestionada, facilitando la sociedad el desmembramiento de la misma, con la  legalización de la separación y divorcio, dando lugar a nuevas fórmulas de relación, es ahora cuando se podría estar iniciando una evolución en sentido inverso dirigida a buscar situaciones familiares más estables para obtener una mayor seguridad económica.

Pienso que, al peligrar la supervivencia, algunas de las situaciones de pareja que, hasta no hace mucho tiempo, hubieran desembocado en separación o divorcio podrían verse obligadas a mantenerse unidas, por aquello de que es mejor, en estos momentos, no dividir y preferir mantener una situación complicada, que arriesgarse a una situación incierta.

Si la pareja tradicional evita por necesidad económica la separación, también las nuevas fórmulas de relación de pareja podrían ser mucho más estables por el mismo motivo.

También podría suceder que algunas personas que han vivido en soledad vuelvan a convivir con su pareja anterior por motivos de supervivencia, corriendo el riesgo de volver a la situación no deseada y a las consecuencias emocionales que se derivasen de ella. 

No es ningún secreto que las relaciones de pareja entre personas separadas, viudas, soleras y divorciadas han sido, en los últimos tiempos, frágiles y en muchos casos de corta duración.

Cuando se vive un tiempo en soledad es difícil adaptarse a convivir con otra persona, pero ahora, tanto la búsqueda de la pareja como la relación entre ambos miembros, estarán envueltas de influencias externas condicionadas por la actual situación y estoy segura de que, a partir de ahora, el objetivo de muchos será conseguir una mayor estabilidad en sus relaciones, teniendo mucha más comprensión y paciencia de lo que hasta ahora se estaba dispuesto a tener al iniciar una nueva relación...

domingo, 7 de agosto de 2011

LA RELACIÓN DE PAREJA Y LA "CRISIS" -1

Después de superar un duro período de cambio en mi vida y conseguir aprender a vivir en soledad, ahora corro el riesgo de tener que desandar lo ya andado. Posiblemente tendré que aceptar una situación no deseada, por necesidad de supervivencia, muy distinta a la que elegí al comenzar mi camino en soledad.

Es un nuevo e incierto camino al que hacer frente, a causa de las circunstancias que me han sido impuestas por los responsables de la actual situación económica y que no solo condiciona mi presente y futuro estado de bienestar, sino también mi estado emocional.

De ser independiente puedo pasar forzosamente a ser dependiente por causas totalmente externas a mí. Un presente lleno de incertidumbre en el que la inseguridad y los miedos a no poder mantener mi actual forma de vida crecen a diario.

Todas mis esperanzas en el futuro se ven ahora amenazadas y los miedos a volver a compartir de nuevo la vida con una pareja son desplazados por los miedos a no conseguir mantener una vida en solitario.

¿Podré en esta época de crisis lograr los sueños e ideales que me había forjado? ¿Mi ideal de pareja, basado en el sentimiento y deseos más o menos fantásticos, podría ahora cambiar hacia deseos más prácticos para conseguir una mayor seguridad y protección?....Preguntas y más preguntas surgen a diario sin respuesta posible, pues solo con el tiempo conseguiré despejar mis dudas.

Aunque me resista a cambiar mi manera pensar y de vivir, la actual crisis podría influir en mi actual orden de prioridades haciendo que mi necesidad de seguridad y de supervivencia se sitúe por encima de mi necesidad emocional de afecto.

Esto me demuestra que no solo la cultura y educación influencian directamente en cómo me relaciono, sino que la economía de mi sociedad puede también influir de manera directa sobre mi propia organización personal y emocional.

Lo que antes no me gustaba ahora invento escusas para poder asumirlo y poder vivir con ello pero, ¿a pesar de los esfuerzos conseguiré vivir contrariamente a como siento o pienso en la actualidad, por miedo a no poder seguir adelante en soledad?...

martes, 26 de julio de 2011

EL OCIO EN "CRISIS"

Bajo la influencia de la actual situación de crisis, mi estado emocional, mi forma de vida, mis prioridades y mis objetivos a alcanzar se ven afectados.
Si miro hacia el pasado me doy cuenta de que ya he tenido que afrontar una situación parecida cuando un buen o mal día decidí cambiar mi camino. La separación, divorcio y viudedad lleva consigo cambios importantes en la economía y la adaptación a la nueva realidad se hace inevitable.
Hay una gran diferencia entre la situación económica que se produce ante un cambio de vida personal y la actual situación de crisis económica.
En el primer caso, la inestabilidad económica se produjo en el seno de mi vida personal, mientras que el entorno permanecía más o menos estable, lo que me proporcionaba más y mejores medios para equilibrarla y una mayor seguridad y esperanza de futuro.
En la actualidad, es el entorno económico el que está en desequilibrio y este afecta directamente sobre mi economía, no dejándome muchas opciones para poder estabilizarla e incluso poniéndome obstáculos para conseguirlo.
En estos momentos la inseguridad en el presente y en el futuro ha crecido y muchas son las dudas y los temores a los que tengo que hacer frente.
Debido a la inestabilidad económica y la precariedad laboral actual, he de aplicar un mayor esfuerzo en conseguir satisfacer mis necesidades básicas, si estas se ven afectadas de algún modo por las circunstancias actuales y he de actuar con mayor prudencia y control sobre mis gastos, pues ha aumentado mi inseguridad y mis miedos a un futuro más o menos lejano.
Si tengo que reducir gastos para poder garantizar mi supervivencia tendré que hacerlo en aquello que pueda prescindir y, en este caso, las actividades de ocio se verán irremediablemente afectadas y con ellas mi posibilidad de relacionarme con los demás.
Para mí, que vivo en soledad, la necesidad de relacionarme es muy importante, así que tendré que aplicar mi ingenio para que, ajustando mi presupuesto en esta dirección, pueda seguir alcanzando este objetivo.
Los viajes, cenas en restaurantes, fiestas en lugares públicos, excursiones y un sinfín de actividades de ocio, con coste económico, dirigidas a mi colectivo, han sido, hasta ahora, las mejores opciones para satisfacer mi necesidad de sociabilización pero, aunque intente resistirme a ello, el cambio en mi actividad social se ha iniciado.
Al tener que reducir mis gastos en actividades con coste económico, mi necesidad de relacionarme con los demás se verá perjudicada y con ello mi estado emocional también puede dañarse, así que tendré que incrementar aquellas ofertas que me ofrece la sociedad de forma gratuita y puede ser que, como antaño, el lugar de reunión y fiesta con mis amigos sea mi propio domicilio.
Deberé crear un nuevo equilibrio entre fórmulas ya inventadas y otras por inventar que me puedan permitir mantener relaciones de amistad y participar en actividades lúdicas, ajustadas a la realidad en la que vivo, sin que por ello peligre mi supervivencia.
Teniendo en cuenta de que la aparición de la crisis en mi sociedad me ha hecho cambiar mis hábitos sociales no puedo dejar de pensar que muchas personas pertenecientes a mi colectivo se encontrarán en parecidas circunstancias, lo que puede producir cambios importantes no solo en la manera en que nos vamos a relacionar “los singles” a partir de ahora, sino también en nuestro comportamiento social.

domingo, 24 de julio de 2011

LA ECONOMÍA DEL SINGLE EN "CRISIS"

Los singles que vivimos en soledad estamos expuestos, de igual manera que todos los demás trabajadores, a la pérdida del empleo, a la disminución del poder adquisitivo y a la dificultad para encontrar un nuevo empleo.

Tengo que tener en cuenta que una gran mayoría de separados, casados y viudos, que están en edad laboral y que viven en soledad, estamos en edad madura. La pérdida de empleo en estos casos, sea hombre o mujer, puede suponer un problema añadido por la dificultad que supone la edad para poder encontrar un nuevo trabajo o una alternativa a la nueva situación.

La sociedad en la que vivo no tiene en cuenta la necesidad individual para decidir el destino laboral de las personas, aunque la pérdida del puesto de trabajo no nos afecte a todos por igual.

Nuestro sistema económico actual es distinto a otros tiempos en el que el trabajador era considerado parte de la empresa y la antigüedad y las circunstancias personales de cada trabajador eran tenidas en cuenta para determinar quien debía de ser despedido, o no, cuando la necesidad empresarial lo requería.

A diferencia de épocas anteriores, en las que el papel de la mujer se centraba en el cuidado del hogar y de la familia y un salario podía ser suficiente para garantizar las necesidades básicas de toda la familia, en la actualidad, se necesita el salario de dos personas para que las mismas necesidades familiares queden debidamente cubiertas.

Teniendo en cuenta esta circunstancia, pienso que el mantenimiento de una persona que vive en soledad tiene un coste superior que la que vive en compañía, si ambos trabajan, pues los gastos de las necesidades básicas, a pesar de ser algo inferiores, no son proporcionales. Es decir, si tengo en cuenta de que he de mantener una vivienda, el coste y mantenimiento de la misma no será muy inferior al de una vivienda compartida entre dos personas.

Muchas son las dudas que se me presentan y sé que el ser single no es condición para que la sociedad contemple ayudas sociales especiales para mi, cuando todavía estoy en edad laboral activa, a pesar de que mi estabilidad laboral esté ahora amenazada.

En una época de crisis como esta, en la que la precariedad laboral y la pérdida de empleo de muchos es una realidad, como single que vive en soledad, puedo verme obligada a cambiar mi forma de vida para garantizar mi supervivencia, por lo que ya no seré libre de decidir cómo quiero vivir mi vida, sino que estaré condicionada por las circunstancias económicas actuales.

La tendencia a la congelación o a la reducción de los salarios, junto con el imparable encarecimiento del coste de la vida, también afectarán directamente sobre la posibilidad de mantener mi modo de vida elegido anteriormente, teniendo que reajustarme o cambiarlo según mis necesidades individuales.

Adaptación, de nuevo, a mi nueva economía y cambios en mi modo de vida elegido, son medidas impuestas, debidas a los ajustes económicos que se están realizando en nuestra sociedad, para conseguir superar la tan importante y nombrada “crisis” que todos padecemos.  

martes, 12 de julio de 2011

EL ESTADO EMOCIONAL EN "CRISIS"

No puedo valorar la nueva situación social en la que vivo solo desde el punto de vista económico y sus efectos sobre mi calidad de vida, pues mi estado emocional también se verá afectado negativamente en el caso de que mis necesidades no puedan ser atendidas como debieran.

Mi pirámide de Maslow, que creía estaba sostenida por una base bastante sólida conseguida a través del esfuerzo y de la adaptación a la nueva situación como single y que me permitía dedicar más atención a los niveles más superiores de mis necesidades, se encuentra en estos momentos amenazada por la actual crisis, sin que haya tenido una responsabilidad directa sobre el desequilibrio económico que a nivel mundial y local se ha producido.

Las consecuencias de una menor cuantía de ingresos no solo afecta a los singles a nivel individual sino que terceras personas que, dependientes del single, pueden verse afectadas.

El pago de pensiones de alimentos y acuerdos de divorcio pueden verse forzosamente alterados y, con ello, el equilibrio conseguido en las relaciones entre los miembros familiares, creando tensiones adicionales que hasta ahora no existían y alterando el estado emocional de todos los afectados.

Inseguridad, aparición de antiguos miedos y nuevas dudas sobre mi vida futura, son algunas de las consecuencias que pueden llegar a desequilibrar mi estado emocional.

La incertidumbre a lo que pueda suceder a partir de estos momentos en mi sociedad y sus consecuencias, que sin duda me afectarán directamente, harán que mi inseguridad, tanto en mi vida presente como en la futura, incremente mi preocupación por cuál será mi destino.

Tendré que revisar de nuevo todos mis objetivos, y mi lista de prioridades se verá irremediablemente alterada teniendo que dedicar mucha más atención en volver a estabilizar mis necesidades básicas para conseguir lo antes posible satisfacer el resto de mis necesidades que dependan de ello.

No me queda más remedio que reorganizar mi vida, según vayan cambiando las circunstancias, pues no hay certeza del tiempo que necesitará está sociedad para conseguir que la situación económica actual mejore y no hay garantías de que, a corto plazo, no pueda empeorar aún más. Así que tendré que reorganizarme de nuevo, para seguir adelante con el menor coste emocional posible...

sábado, 9 de julio de 2011

LA CRISIS Y LOS SINGLES

Es evidente que, la sociedad en la que vivo, está pasando por un difícil período en el que la adaptación a la actual “crisis” afecta a todos en general y, en gran medida, a los que no disponen de recursos ni reservas económicas.

Muchos son los sectores de la población que están especialmente afectados y mi colectivo “los singles” es uno de ellos pues, en muchos casos, la separación, el divorcio, etc. ya generaron, en su momento y por sí mismos, situaciones de precariedad económica que ahora se verán incrementadas debido a los ajustes sociales que se están produciendo, a la precariedad laboral, a la pérdida del trabajo o a la imposibilidad de poder mantener, en solitario, un lugar en el que vivir.

Las necesidades básicas son siempre prioritarias y ocupan la base para que las demás necesidades puedan llegar a cumplirse pero ahora, en mi caso como single, tienen que ser atendidas por una sola persona. En estos momentos, tengo que dedicar una mayor atención a ellas, pudiendo provocar cambios importantes no solo en mis hábitos, sino también en mi comportamiento y en mis objetivos.

Si ya fue difícil comenzar de nuevo en condiciones económicas distintas a las que estaba acostumbrada, ahora hay que volver a crear una nueva lista de prioridades, y ajustar bien el presupuesto, para seguir adelante lo mejor posible.

Como anteriormente he citado en alguna de las páginas anteriores, como single, poseo más independencia y libertad que las personas que viven en pareja y mis prioridades son también algo distintas, pues tengo que dedicar un interés especial a la integración social a través de actividades de ocio para relacionarme con otras personas y esto conlleva, en muchas ocasiones, gastos económicos que ahora debo reducir, pudiendo conducirme a un mayor aislamiento social.

Con la aparición de “la crisis”, muchos de los objetivos que me había marcado en otra época tendré que revisarlos o cambiarlos por otros que se ajusten mejor a los tiempos actuales.

Tengo la certeza de que, "la crisis", afecta a las actuales ofertas de ocio que la sociedad dirige a “los singles” y también puede llegar a influir sobre los valores, objetivos y comportamiento en sus relaciones sociales.

Todo esto da lugar a que me pueda preguntar de qué manera y en qué dirección pueden dirigirse estos cambios que, sin duda, van ya infectándome, por lo que voy a ir reflexionando sobre todo ello para lograr entender cuál es el camino que tengo por delante…

sábado, 2 de julio de 2011

EL SINGLE QUE VIVE EN COMPAÑÍA

Parece, en principio, una contradicción el ser single y a la vez vivir en compañía de otras personas, pero debo recordar que al single se le define habitualmente como a aquella persona que no tiene pareja, por lo que vivir en compañía de otros familiares, amigos o incluso extraños no evita que siga siendo un single, con todo lo que ello conlleva.

Aunque conviva con otras personas, sean familiares o no, sigo siendo la persona que camina por la vida sin un compañero con quien compartirla. Al vivir en compañía de otras personas ya no se está solo, pero el sentimiento de soledad y los miedos pueden aparecer de igual manera.

Mis responsabilidades aumentan, sobre todo si se trata de personas dependientes de mi o familiares, pues no solo debo cuidar de mi misma, sino también de los demás. Y si no tengo responsabilidad directa con las otras personas que comparten conmigo el mismo espacio, tendré que adaptarme a una convivencia distinta a la que estoy acostumbrada.

En ambos casos, la distribución de tareas puede hacer que el peso de las mismas sea más repartido, si cada uno cumple con las obligaciones establecidas, pero estas aumentan según la edad y el número de las personas que conviven juntas.

El no vivir en soledad tendría que suponer una ventaja cuando se necesita a más de una persona para realizar una determinada tarea, gracias a la colaboración de los miembros que comparten el mismo espacio.

Pero la realidad es muchas veces distinta y no siempre se cuenta con la buena voluntad de los demás y hay que librar una dura batalla para evitar los tradicionales “escaqueos” de aquellos que no tengan muy buena disposición en ayudar, sin garantía alguna de conseguir la ayuda necesaria y teniendo que buscar, en ocasiones, soluciones alternativas.

Cuando la salud da paso a la enfermedad, ya sea puntual o crónica, la atención y cuidados que son necesarios hacia la persona afectada son, o deberían ser, así mismos compartidos por los que conviven conmigo.

La convivencia siempre supone adaptarse a los demás, tanto en lo que se refiere a la organización del espacio como al carácter de cada una de las personas y, siendo un single, tengo que afrontarlo en soledad, aunque esté rodeada de otros con los que tenga, o no, lazos afectivos, con todas las ventajas y muchos de los inconvenientes que comporta.

No hay situaciones perfectas y compartir el espacio con otras personas, sean o no dependientes de mi, tienen ventajas e inconvenientes. Vivir acompañada, que no es lo mismo que vivir en compañía, me hace sentir menos sola aunque, por otro lado, me puede hacer perder libertad de movimientos y adquiero responsabilidades añadidas, para con los demás, que viviendo en soledad no tendría.

A veces los miedos disfrazan una realidad evidente. El temor a iniciar, de nuevo, una vida de convivencia en pareja, hace que no me dé cuenta de que, al vivir en compañía, sigo teniendo una vida parecida a la que temo, con la única diferencia de que las personas que comparten mi espacio tienen lazos afectivos distintos a los que tendría con mi compañero.

miércoles, 29 de junio de 2011

EL SINGLE QUE VIVE SOLO

No todos los singles viven en soledad pero, aún así, sus vidas cotidianas tienen diferencias con respecto a la de los que la comparten con una pareja.

Si no tengo responsabilidades con otras personas puede resultar más fácil la adaptación, pero el sentimiento de soledad y los miedos a no poder realizar lo que necesito por mi misma pueden dificultarla.

Es un camino lento en el que las necesidades de supervivencia son las primeras en las que tengo que prestar atención, seguidas de mi bienestar emocional. La ayuda de personas que están a mí alrededor me servirá de gran apoyo para ir aprendiendo a caminar en soledad, asumiendo aquellas tareas que hasta este momento no había tenido la necesidad de afrontar.

No por vivir en soledad, mi día a día es muy distinto de aquellos que comparten un mismo espacio y mis necesidades también son muy parecidas pero, a diferencia de cuando vivía en compañía, algunas de las tareas  tengo que realizarlas con la ayuda de familiares, amigos o de personas a las que tengo que contratar, por sentirme incapaz de realizarlas sola.

Me encuentro algunas veces ante situaciones en las que solo la paciencia y la espera de que una “buena alma” me socorra y pueda sacarme de ellas. El problema surge más frecuentemente de lo que yo desearía, cuando tengo que solucionar un problema que requiere a más de una persona para conseguirlo. Ante esta realidad me siento indefensa y por mucho que intento solucionarlos sola, sin solicitar la ayuda de los demás, no lo consigo.

Mucho más fácil resulta el día a día cuando es compartido, aunque antes no me daba cuenta de ello. Las tareas de la casa, gestiones en la calle, atender a la familia, trabajar, tener vida social y un etc. de imprevistos que atender que, al no poderlos compartir se convierten en una pesada carga para una sola persona, si no me organizo bien y cuento con personas cercanas que puedan echarme una mano cuando lo necesito.

Y después estar el adaptarme a cuidar de una sola persona, que soy yo misma. Todo cambia y hay que aprender a cocinar para uno, a organizar la colada para conseguir llenar al máximo la lavadora, a comprar lo justo para que no se estropee la comida en la nevera, etc. Es decir tengo que adquirir nuevas costumbres más acordes a la realidad en la que vivo.

Al principio me costó un poco.Seguía con mis costumbres anteriores, como era la de llenar la nevera para que no faltara de nada, hasta que me di cuenta de que mis necesidades habían “encogido” en volumen.

Cocinar para mí sola se me hacía difícil hasta que me descubrí que el congelador era mi mejor aliado, si no quería caer en el error de comer cualquier cosa y acabar enferma.

Poco a poco he conseguido adaptar todas las tareas a mis necesidades actuales y, después de algún tiempo, mucha paciencia y de bastante organización creo haber conseguido mi objetivo.

Cuando se vive en soledad hay que estar en todo, por todo y en todas partes…

lunes, 27 de junio de 2011

LA VIDA COTIDIANA DEL SINGLE

Vivir en soledad implica ser autosuficiente en muchos aspectos y supone un período de cambio y de adaptación muy importante a la nueva situación en la que vivo.

El día a día de un single no es muy diferente al de la mayoría de las personas que viven en pareja, y es el no compartir tareas, obligaciones y responsabilidades, lo que en realidad diferencia a unos de otros.

En algunos casos, el hecho de vivir en compañía no significa que el trabajo y la responsabilidad se repartan por igual.

Hay que tener en cuenta de que no siempre es debido a que uno de los dos no asuma la parte de tareas y responsabilidades cotidianas que les corresponda sino que, en algunas ocasiones, puede que uno adquiera, por voluntad propia, más responsabilidades de las que debiera, impidiendo al otro asumir las suyas propias.

En otras ocasiones, la cultura y la educación recibida, diferenciando según el sexo, son las responsables del desequilibrio en el reparto de tareas, obligaciones y responsabilidades cotidianas.

Esta herencia cultural es en parte responsable de que no recibiera la formación adecuada para afrontar,  en su totalidad, la vida que tengo por delante. Cuando me enfrento a mi vida en soledad me doy cuenta de que he de asumir roles que hasta este momento no les había dedicado la suficiente atención y que ahora no puedo eludir.

Debo aprender a ser autosuficiente y a tomar decisiones, administrar mi economía y mi tiempo, cuidar de mi salud, satisfacer mis necesidades básicas a través de conseguir una fuente de ingresos, cuidar de mi hogar, incluido el abastecimiento y mantenimiento del mismo, y todo ello sin dejar de lado a mi familia, amigos o a aquellas personas que dependan de mí…

miércoles, 22 de junio de 2011

DESCUBRIMIENTO Y CRECIMIENTO PERSONAL

Cuando miro hacia el pasado buscando las respuestas que me han llevado a mi situación actual, tiendo a buscar más el porqué de mis errores que a valorar mis aciertos. La necesidad de buscar el culpable de la ruptura no me excluye de esta búsqueda y el sentimiento de culpabilidad aflora dejando paso a un millar de dudas sobre mi carácter, personalidad y mis maneras de comportarme.

No estar satisfecha conmigo misma puede dar origen a la necesidad de conseguir cambiar  mi comportamiento, utilizando los medios que la sociedad dispone para ello. Me refiero no solo a buscar ayudas de profesionales, cuyo trabajo consistirá en que encuentre mis propias respuestas y soluciones con su guía y soporte, sino a conferencias, charlas, lecturas, descubrimiento de otras culturas, religiones y diferentes disciplinas, entre las muchas ofertas dirigidas hacia el descubrimiento y crecimiento personal.

Estoy convencida de que la vida me ha ido cambiando al pasar los años, pero no estoy tan segura de que todos los esfuerzos que debo realizar para cambiar lo que no me gusta de mi, den los resultados que deseo o que estos permanezcan en el tiempo.

Si han hecho falta muchos años de educación, de experiencias vividas, de errores y de aciertos para que sea hoy como soy, ¿cómo puedo pretender que en un corto espacio de tiempo consiga ser una persona distinta?

No quiero, ni debo, perder mi propia personalidad, ni mi carácter, que difícilmente podré transformarlos a mi antojo, aunque si puedo cambiar mis pautas de comportamiento.

Pienso que ambas cosas son distintas, aunque a veces se confundan. Es frecuente oír decir que se tiene buen o mal carácter cuando en realidad lo que se está valorando es el comportamiento ante determinados estímulos o situaciones.

No debo olvidar que he de conseguir entender mis reacciones ante los estímulos externos, sin olvidar el contexto en el que se producen, para que mi apreciación sea lo más objetiva posible y no para encontrar una justificación a acciones y reacciones poco acertadas, sino para colocar cada cosa en su lugar y no caer en errores que podrían perjudicar mi ya dañada autoestima.

Considero que llegar a conocerme a mí misma, con mis defectos y virtudes, me ayudará a dirigir el resto de mi vida de forma distinta a como lo hice en el pasado y todo aquello que me facilite aclarar mis dudas y a recuperar mi propia autoestima será bien recibido.

lunes, 20 de junio de 2011

LA MAGIA Y LOS SINGLES

Querer saber lo que va a suceder en el futuro, unas veces para poder cambiarlo y otras veces para tranquilizar los miedos, ha dado lugar a que, en mi sociedad, encuentre una gran variedad de ofertas esotéricas que me aseguran el poder conocer qué es lo que me va a suceder a corto o a largo plazo.

He podido comprobar que muchas de estas ofertas están dirigidas a mi colectivo, siendo habitualmente incluidas como parte de los atractivos de ocio que se ofrecen a los singles. Las encuentro en cenas, espectáculos, televisión, ferias, fiestas, cruceros...

La soledad y el miedo al nuevo y desconocido camino que se ha iniciado, hace que crezca el interés por todo aquello que pueda dar alguna respuesta y la búsqueda del amor o el encuentro de una nueva pareja, es otro de los motivos por los que todos aquellos que se dedican a la adivinación, orientan sus actividades hacia este colectivo a través de las lecturas de manos, interpretación de los astros, predicción con cartas y un sinfín de maneras diferentes pertenecientes a antiguas culturas.

Cuando me encuentro ante una de estas sesiones mágicas siempre me pregunto si en realidad me conviene saber lo que me va a suceder. Si me gusta lo que me dicen me sentiré mejor pero siempre me quedará la duda de si la predicción es acertada y si no me gusta me sentiré mal y crecerán mis miedos, a pesar de que tenga la misma duda. Así que, sea como sea, estoy segura de que va a afectar a mi estado emocional.

Una cosa lleva a la otra y si mi futuro no es de mi agrado tendré que buscar la manera de cambiarlo así que, además de predecirlo, también se me ofrece manipularlo a través de la magia con sus rituales, pócimas, velas y amuletos.

Tengo que tener en cuenta que las predicciones pueden influir en mí al tomar determinadas decisiones, siendo al final solo yo la responsable de los resultados posteriores, de la misma manera que personas cercanas a mí, con sus consejos y opiniones, pueden hacerlo.

La prudencia en creer en la veracidad de lo que me dicen que me ha de suceder o de lo que van a hacer los que me rodean, me ayudará a no cometer errores importantes de los que con el tiempo pueda arrepentirme.

Lo que más me extraña del mundo de la magia es la cantidad de personas que se dedican profesionalmente a la predicción y a la brujería. Siempre he creído en la posibilidad de que podía haber personas que tuvieran algún “don”, pero nunca pensé que fueran tantas las personas capaces de ver más allá del presente y poder cambiarlo.

¿Cuánto de verdad hay en este mundo mágico y cuánto de farsa y comercio?

Lo cierto es que, farsa o no, muchos son los que en un momento u otro de la vida nos sentimos atraídos por lo mágico.

sábado, 18 de junio de 2011

"COMO MOSCAS A LA MIEL"

Hoy tengo, de nuevo, una “cita a ciegas”. Mientras escribía sobre este tema, he vuelto a conectarme a una de estas páginas en las que se busca pareja, más para refrescar la memoria que para encontrar a un candidato. Después de algún tiempo compruebo que las cosas no han cambiado mucho y que son muchas las fotos de caras conocidas que siguen apareciendo delante de mí.

Como "moscas a la miel" van entrando de nuevo visitantes a mi perfil y solo algunos se atreven a llamarme al Chat. Muchos de ellos son jóvenes buscando oportunidades con mujeres maduras, otros con las prisas de siempre por conocerme y con intenciones que en nada coinciden con las mías y, entre todos ellos, alguien que parece diferente y que, después de varias conversaciones, he querido conocer.

Pero esta persona me tiene un poco desconcertada, pues no encaja en ningún grupo de los ya conocidos. Se ha acercado a mí de una forma tan natural que me resulta extraña. Ha conseguido  que recuerde mi juventud, cuando todavía había cierta inocencia, cuando aquel amigo con el tiempo, sin prisa ni condiciones, pasaba a ser novio.

Después de años de chateo, e-mail y citas a ciegas puedo asegurar que no es nada frecuente encontrar esta manera de iniciar un contacto. Normalmente suelo ponerme “en guardia” pues me siento presionada, valorada, medida y enjuiciada, pero en este caso no ha sido así en ningún momento por lo que he bajado todas mis barreras protectoras y he decidido dar el siguiente paso.

Y allí estoy de nuevo buscando en el armario la ropa adecuada para otro nuevo encuentro y preguntándome que será lo que me va a decepcionar en esta nueva ocasión.

Llego al lugar de la cita y me encuentro que soy la primera al llegar. No me gusta la idea de esperar pero por otro lado me permite observar a todo el que va llegando y así me facilita su identificación.Pero no tarda mucho en llegar el momento de despejar dudas.

Con la primera impresión ya tengo desmontaba alguna de mis teorías y con ella mi primera posible decepción. Para mi sorpresa la foto que había en la página era peor que la realidad, algo nada frecuente, teniendo además en cuenta que, en la foto, aparecía una persona con buena apariencia.

La conversación durante la cita ha sido amena, relajada y variada. Ninguna intención para impresionarme con hazañas personales, ninguna referencia a relaciones pasadas ni a frustraciones y ninguna crítica o exigencia. Resumiendo, una bonita tarde en la que no me he sentido en ningún momento incómoda.

Tanta “normalidad” y ningún engaño me resulta tan nuevo que todavía no me lo acabo de creer y es ahora que pienso ¿Dónde estará la trampa? o ¿Es que todavía puedo tener la esperanza de encontrar al hombre que busco?

A estas preguntas solo el tiempo podrá responderme…

miércoles, 15 de junio de 2011

LA CITA A CIEGAS

Son muchas las conversaciones que no llevan a ninguna parte y muy pocas las que tienen alguna posibilidad de avanzar, pero es absurdo prolongar durante mucho tiempo esta situación, si lo que se pretende es encontrar pareja, así que, llegado el momento en el que consigo tener una ligera idea de quién puede ser el valeroso pretendiente cibernético, si este va siendo de mi agrado y el otro también lo desea, tendré que salir del ciberespacio y conocer en “vivo y en directo” a quien ha alimentado durante cierto tiempo mi fantasía.

Con el tiempo he llegado a comprobar que no suelen ser muy sinceros, por aquello de que la verdad no conquista, pero la realidad es implacable y más temprano que tarde voy descubriendo quienes son en realidad.

Con valor y con mucha prudencia, acepto el primer encuentro con el desconocido con el que he mantenido algunas conversaciones previas.

El día de la esperada “cita a ciegas” tengo que hacer un esfuerzo para descubrir, de entre la gente, a aquel que se parece a la foto que se me ha mostrado. Parece una tarea sencilla pero hay que tener en cuenta de que muchas de estas fotos son de tiempo atrás, así que es una difícil labor de reconocimiento.

Me acerco con prudencia al lugar de la cita y, cuando descubro en la distancia quien es, ya empiezo a comprobar que lo que se me ha hecho creer deja paso a la cruda realidad.

Pero sigo adelante, por aquello de que no hay que salir corriendo antes de dar alguna oportunidad. Y allí estoy yo, delante de un desconocido que ya me ha empezado a decepcionar y que, en la mayoría de las veces, no para de hablar de sí mismo.

No entiendo porqué algunos en la primera cita, en vez de querer conocerme, solo hablan de sus relaciones pasadas, cuando a mí lo que más me interesa es como es la persona que tengo delante y no sus aventuras amorosas con otras mujeres.

Y mucho menos entiendo a aquellos que utilizan la cita a ciegas para explicar sus penas, pues para eso hay profesionales que cobran para escucharles... ¿será por eso?

Prefiero no recordar las situaciones en las que, al no escoger bien con quien tengo la cita, me encuentro con algún personaje poco recomendable o con intenciones contrarias a las mías. En estos casos encontrar una buena escusa y salir corriendo es mi máxima prioridad. 

He de reconocer que no siempre la "cita" acaba en desastre. Muy de vez en cuando, encuentro a personas con las que, aunque no sean la pareja que estoy buscando, si que he podido establecer con ellas lazos de amistad que han perdurado en el tiempo.

Son muy pocos los que a través de este medio ponen realmente interés en encontrar a la persona con la que puedan establecer una relación de pareja. La falta de sinceridad en la descripción y en las intenciones hace que sea muy difícil conseguir lo que este medio pretende ofrecer.

lunes, 13 de junio de 2011

¿QUIEN VISITA MI PERFIL?

Poco interés tienen algunos en saber con quién hablan, al solo quedarse con la información que da la foto escogida. Mi perfil es visitado por diferentes estilos de “pretendientes” que utilizan técnicas de conquista muy variadas.

Los hay que tienen mucha prisa y pasan de los preliminares, para ir directamente “al grano”, pretendiendo que les de de inmediato mi correo privado o el nº del móvil.

Si me niego, la conversación no excede de unos pocos minutos porque, ¿para qué perder el tiempo con alguien que no es tan “liberal” como, según ellos, se ha de ser?

En estos casos puede que ni se entretengan a saludar y al no ceder a sus voluntades pueden incluso intentar hacerme sentir mal, tratándome de antigua o de traumatizada por experiencias pasadas.

Este comportamiento, según mi propia experiencia, lo tienen tanto algunos separados, divorciados y viudos como los solteros y casados, que los hay y muchos, que utilizan estos medios para “ligar” sin ninguna intención de formar pareja y con todas las intenciones de tener relaciones esporádicas variadas, sin posibilidad de compromiso alguno.

También los hay muy lentos en avanzar para conocerme personalmente. La mayoría  buscan conversación más que relación, por motivos diversos, evitando el encuentro físico y volcando todos sus problemas en la conversación.

En este grupo también se pueden encontrar todos los estados civiles conocidos. Como mucho, y solo en algunos casos, puedo establecer una relación de amistad entre internautas, sin mucho futuro, que rara vez se trasladará a mi vida cotidiana y solo en el caso de que la conversación no sea un monólogo en el que a mí me toque solo escuchar.

Los hay de lugares lejanos. Personas que difícilmente podré conocer dado que su lugar de residencia se sitúa lejos de la mía, ya sea en el territorio nacional como en el extranjero.

¿Qué buscan los que conectan desde la lejanía? Es una buena pregunta que tiene muchas respuestas, pero si me pregunto qué es lo que no buscan, la respuesta es mucho más fácil…comprometerse...La distancia da seguridad y refugio a muchos.

Los hay de lugares próximos, lo que facilita que el primer encuentro sea a corto plazo y que aumente la posibilidad de que pueda haber posteriormente, y si todo va como tiene que ir, el inicio de una relación.

Los hay correctos, serios, graciosos, sinceros, mentirosos, educados y no tan educados, cultos e incultos, solteros, casados, viudos,....pero con el tiempo he descubierto que todos tienen en común, el ser muy exigentes con respecto a mí.

Según mis conquistadores, lo más importante que debo ser es guapa y con un cuerpo con aquellos atributos que cada uno desea y con el tamaño adecuado. Además tengo que ser cariñosa, con buen carácter, femenina, sumisa (aunque ninguno se atreva a decir lo de sumisa abiertamente) y lo que me resulta más curioso es que, además, debo de ser una mujer interesante.

Todo lo anterior dicho me resulta fácil de entender. El deseo de muchos hombres es tener una “geisha” al lado, pero siempre que me dicen lo de “mujer interesante” sonrío, porque no sé muy bien a que se están refiriendo exactamente.

Muchas exigencias pero poco que ofrecer es lo que, por mi experiencia, suelo encontrar.

Pero hoy me ha visitado alguien diferente...será por aquello de que ante la norma siempre hay excepciones...con la que he tenido una buena y agradable conversación, en la que lo más importante ha sido empezar a conocerse con normalidad, sin prisas, sin lentitud, sin preguntas sobre mi físico, educado y sin monólogos aburridos, que me ha sorprendido por ser una manera poco frecuente de conectar en este medio y que puede conducirme desde a una buena amistad, hasta encontrar a mi “príncipe azul” de entre tantas y tantas ranas.