miércoles, 9 de enero de 2013

EL COMIENZO DE OTRO AÑO MÁS EN CRISIS

Comienzo un nuevo año con la esperanza de que sea mejor al anterior y el convencimiento de que no me va a dejar indiferente.
 
Sigo atrapada en una sociedad en la que ya no puedo confiar. Lejos de ofrecerme seguridad y oportunidades solo me proporciona obstáculos difíciles de vencer.
 
Dejando a un lado mis miedos siento, cada día más, un gran enfado por que nada o muy poco puedo hacer para poder salir de este trance, pero aún siendo muy poco lo que puedo aportar estoy segura de que si se une a otros “pocos” de personas como yo, se pueden “mover montañas”.
 
Pasados estos meses en los que no he escrito no puedo decir que las cosas no han cambiado. Sí que lo han hecho y, tal como me temía, a mucho peor.
 
Ha sido un período muy activo en el que el ritmo de los acontecimientos han dado como resultado la confirmación de que por este camino, que tan tozudamente nos hacen caminar, no vamos nada bien.

A pesar de todo sigo viva, con mil y una dudas, pero viva, y con la esperanza de que en un futuro, que espero que esté más bien próximo, pueda escribir líneas llena de ilusión y de optimismo.
 
Nunca pensé que volverían aquellos tiempos en los que nos gobernaban  de forma dictatorial, sobre todo en Democracia.

Por lo que he comprobado, nuestro sistema tiene el defecto de permitir que, gracias a haber conseguido en unas elecciones un número de votos suficiente para gobernar en solitario, un gobernante pueda hacer lo contrario de lo que exponía en su campaña electoral por el que fue elegido y permanecer en el Gobierno a pesar del rechazo multitudinario de la población, sin que nadie pueda, o quizás quiera, hacer nada al respecto
 
Siempre creí que llegado este caso habría vergüenza suficiente para volver a convocar elecciones y comprobar, al amparo del sistema demócrata, si el voto dado se ajusta al nuevo programa del candidato en cuestión.
 
¡Pues NO! ¡Nadie dimite! Y de nuevas elecciones nadie habla. Aquí todos intentando salvar su propia “nave” y así va este país y los que vivimos en él.
 
¿A quién se referirán cuando dicen que representan a la mayoría de la población? ¿A aquella a la que engañaron para que les dieran su voto?
 
Todo sigue casi igual a pesar de que la sociedad se revela, una y otra vez, en un sinfín de manifestaciones, movilizaciones, huelgas, protestas, firmas, cartas, denuncias, etc. mientras que la economía de este país y la mía propia va cuesta abajo a gran velocidad y sin frenos.
 
Tenía entendido que, en Democracia, es el pueblo el que debe decidir su destino y no unos pocos que se creen mejores que el resto de los mortales. Pero veo que estaba equivocada.
 
Lo que sí ha cambiado es el tema de conversación principal, que no favorito, de la mayoría de la población. No hay lugar ni momento en el que no se pronuncie alguna frase referente a la actual y caótica situación, ni persona que no muestre públicamente su estado de ánimo ante lo que está viviendo.
 
Se cuestionan todos y cada uno de los pilares en que se apoya nuestra sociedad. Las críticas a este sistema social se suceden en mil y un debate en los medios de comunicación, en las calles, en los hogares, en el lugar de trabajo, del que lo conserva,…
 
Muchos que evitaban hablar de política, porque decían no interesarle, ahora no solo hablan sino que participan activamente cuando tiene la oportunidad.
 
El miedo ha dado paso al enfado y este al inconformismo expresado de muchas maneras distintas, tantas que no hay día que no queden impresas un gran número de ellas en nuestra historia actual, por mucho que algunos intenten disimularlas e incluso hacerlas desaparecer.

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