jueves, 10 de enero de 2013

PAN PARA HOY, HAMBRE PARA MAÑANA

Somos muchos, o mejor dicho demasiados, los afectados por esta sinrazón pero, a pesar del empobrecimiento general, el sentimiento de solidaridad en defensa del más débil crece en esta sociedad que es agredida a diario por este sistema injusto y decadente.
 
El empobrecimiento general, la precariedad y la pérdida de derechos, aumentan día a día, así como el encarecimiento de la vida que parece que no entiende de crisis y es lo único que prospera mientras los sueldos bajan y el desempleo es cada vez mayor.
 
Me entristece seguir viendo que no se toman medidas dirigidas a protegernos para evitar más desempleo, a la creación de nuevos puestos de trabajo, a la creación de nuevas empresas o a la protección de las ya existentes y que se tengan por objetivo reducir gastos que solo generan más y más desempleo y afecta directa y peligrosamente a nuestro estado de bienestar.
 
Para compensar la pérdida de ingresos consecuencia de tanto "ahorro" siguen incrementando o creando nuevos impuestos a los "afectados", con el fin de obtener más dinero y pagar unas deudas que no hemos generado. Es decir cada día más pobres...
 
Quizás tenga una visión demasiado simple de la situación, pero algo me dice que si solo se recauda y se ahorra, creando más desempleo y pobreza, por mucho que se empeñen, cada vez serán menos los ingresos a obtener y se entra en el círculo opuesto al que se mueve la economía establecida, que pretende el crecimiento sin límite generando y estimulando una constante necesidad del gasto.
 
Es decir que hemos pasado de gastar para crecer a ahorrar para…pues no sé muy bien para qué, dado el resultado ya se está viendo pues si ayer estábamos mal hoy estamos peor. Estoy segura que alguna explicación habrá y que algún beneficio sacará alguien de todo esto…
 
No digo que no se deba de ahorrar, pero considero que hay diferentes maneras de ajustar el presupuesto y pagar deudas. Estoy segura de que con buena gestión, sin despilfarro, justicia y más honestidad y competencia de nuestra clase dirigente, la situación iría mejorando con el tiempo.
 
Cuando algo tan grave afecta directamente se comienza a ver un cambio en la forma de pensar y en las exigencias. Lo que antes se toleraba como un mal endémico en nuestro país, tan orgulloso de su “picaresca”, es ahora criticado y perseguido y los privilegios que antes gozaban las “clases pudientes” y poderosas de este país como algo natural, son ahora cuestionados considerándolos inaceptables.
 
Un cambio cultural forzado, eso sí, por un exceso de presión ejercida por esas mismas “clases pudientes” responsables, en gran parte, de esta crisis en la que estoy sumergida.
 
Los medios de comunicación, que hace algún tiempo callaban o minimizaban la realidad que se vivía en la calle, dan ahora noticias a diario de denuncias, fraudes, apropiaciones indebidas, sueldos astronómicos, datos de desempleo, recortes, despidos, desahucios, injusticias, niveles de pobreza, protestas, dramas personales… Un sinfín de malas noticias referentes a las causas y efectos de esta crisis que me gustaría no tener que oír, ni ver y que suelen ponerme de mal humor.
 
A pesar de todo, el instinto de supervivencia de nuestra especie intenta atenuar, en lo posible, tanto desatino gracias a grandes dosis de solidaridad hacia los más afectados por la que quiero llamar "injusticia social". En estos últimos años han surgido movimientos de distinta índole que, de forma espontánea, con pocos recursos y con cada día más afectados que proteger, actúan en defensa de una población muy castigada, tanto enfrentándose a los poderes políticos, muy distantes al sufrimiento causado por ellos mismos, como ayudando a cubrir las necesidades básicas de muchos que han quedado desprotegidos del sistema.
 
Con este panorama por delante y sin cambios a corto plazo, mucho me temo que la paciencia se agote…

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