Al mirar a mi alrededor encuentro importantes diferencias entre las personas que están incluidas en el colectivo al que, al parecer, pertenezco. Las circunstancias y motivos que han originado el cambio marcan claras diferencias entre nosotros. Las consecuencias emocionales son muy distintas según cada uno y eso afecta en gran medida a como se afronta el camino a recorrer. No es lo mismo estar divorciada/o, que separada/o, viuda/o o soltera/o. Cada una de estas situaciones tiene características muy distintas y como resultado consecuencias también distintas.
Anteriormente llegué a la conclusión de que mi lista de prioridades tiene bastantes coincidencias con las de los demás “singles”, pero es en el orden que establezco lo que realmente me diferencia. El orden o la importancia que personalmente doy a cada una de estas prioridades dependerá de mi fortaleza, de mi estabilidad emocional y de mis circunstancias personales, familiares y sociales.
Tampoco debo olvidar los objetivos, deseos y nuevos proyectos que van surgiendo a medida que voy avanzando y que al ser personales añaden más diferencias entre nosotros.
Llegado a este punto podría decir que “los singles” forman un colectivo muy complejo por estar formado por personas individuales que a pesar de tener grandes diferencias entre ellas comparten miedos y necesidades concretas, potenciadas a causa de su nueva situación dentro de la sociedad.
Con esta nueva definición me siento mucho más identificada. Opino que vivir en solitario, que no es lo mismo que en soledad, es una forma demasiado sencilla y poco acertada de definir al “single”.
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