sábado, 18 de junio de 2011

"COMO MOSCAS A LA MIEL"

Hoy tengo, de nuevo, una “cita a ciegas”. Mientras escribía sobre este tema, he vuelto a conectarme a una de estas páginas en las que se busca pareja, más para refrescar la memoria que para encontrar a un candidato. Después de algún tiempo compruebo que las cosas no han cambiado mucho y que son muchas las fotos de caras conocidas que siguen apareciendo delante de mí.

Como "moscas a la miel" van entrando de nuevo visitantes a mi perfil y solo algunos se atreven a llamarme al Chat. Muchos de ellos son jóvenes buscando oportunidades con mujeres maduras, otros con las prisas de siempre por conocerme y con intenciones que en nada coinciden con las mías y, entre todos ellos, alguien que parece diferente y que, después de varias conversaciones, he querido conocer.

Pero esta persona me tiene un poco desconcertada, pues no encaja en ningún grupo de los ya conocidos. Se ha acercado a mí de una forma tan natural que me resulta extraña. Ha conseguido  que recuerde mi juventud, cuando todavía había cierta inocencia, cuando aquel amigo con el tiempo, sin prisa ni condiciones, pasaba a ser novio.

Después de años de chateo, e-mail y citas a ciegas puedo asegurar que no es nada frecuente encontrar esta manera de iniciar un contacto. Normalmente suelo ponerme “en guardia” pues me siento presionada, valorada, medida y enjuiciada, pero en este caso no ha sido así en ningún momento por lo que he bajado todas mis barreras protectoras y he decidido dar el siguiente paso.

Y allí estoy de nuevo buscando en el armario la ropa adecuada para otro nuevo encuentro y preguntándome que será lo que me va a decepcionar en esta nueva ocasión.

Llego al lugar de la cita y me encuentro que soy la primera al llegar. No me gusta la idea de esperar pero por otro lado me permite observar a todo el que va llegando y así me facilita su identificación.Pero no tarda mucho en llegar el momento de despejar dudas.

Con la primera impresión ya tengo desmontaba alguna de mis teorías y con ella mi primera posible decepción. Para mi sorpresa la foto que había en la página era peor que la realidad, algo nada frecuente, teniendo además en cuenta que, en la foto, aparecía una persona con buena apariencia.

La conversación durante la cita ha sido amena, relajada y variada. Ninguna intención para impresionarme con hazañas personales, ninguna referencia a relaciones pasadas ni a frustraciones y ninguna crítica o exigencia. Resumiendo, una bonita tarde en la que no me he sentido en ningún momento incómoda.

Tanta “normalidad” y ningún engaño me resulta tan nuevo que todavía no me lo acabo de creer y es ahora que pienso ¿Dónde estará la trampa? o ¿Es que todavía puedo tener la esperanza de encontrar al hombre que busco?

A estas preguntas solo el tiempo podrá responderme…

No hay comentarios: