jueves, 2 de junio de 2011

HOY SOLO HE SIDO YO

De vez en cuando me gusta disfrutar de un día en soledad. Uno de esos días en que me gusta ir a mi aire sin tener que pactar con nadie a donde ir ni que hacer. A algunos puede que les resulte extraño que pueda pasarlo bien sin compartir con otros las vivencias del día, pero yo lo voy logrando, así que voy a explicar una de mis experiencias en este sentido:

Hoy solo he sido yo. Una persona más, sin clasificación ni etiqueta y solo me ha hecho falta mirar con atención lo que pasaba a mi alrededor, para darme cuenta de lo acompañada que estoy, aunque en apariencia vaya sola.

Es muy cierto que no comparto estos momentos con alguien pegado a mí, pero no por eso dejo de disfrutar lo que la vida me ofrece. Es algo distinto, pero no menos bueno, si sé apreciarlo.

He disfrutado de una de mis actividades favoritas: el baile. Bailar en la ciudad, con desconocidos, en una fiesta popular, al unísono, sin que no exista ninguna otra condición para ser aceptada que compartir estos momentos, me hace sentir muy bien. No importa si eres adulto o niño, hombre o mujer, tengas más o menos gracia y mucho menos tu estado civil. Todos caben. Lo único que de verdad interesa es la persona tal cual es.

Después un buen paseo por mi querida ciudad y sus Ramblas, con ese ir y venir, mezclada entre la multitud, sintiendo las miradas, disfrutando del sol, del aroma a flores y de tanta vida. He sido una de tantas personas que comparten con extraños lo que la ciudad ofrece y me he dado cuenta de que también necesito a los “extraños”. También ellos tienen un valor en mi vida. Estar sola no es sentirse sola si en vez de mirar hacia mi misma miro hacia mi exterior y disfruto con ello.

Una buena comida al aire libre, relajada, sin prisas, disfrutando de cada momento como si fuera único, acompañada con los que como yo estaban sentados en sus mesas, unos en silencio y otros en tertulia de café, pero todos en un mismo lugar, ante una buena mesa. Mirar a los niños correteando y llenando de bullicio los silencios, jóvenes mostrando sus afectos sin vergüenza alguna, mayores paseando…es vivir momentos relajados de los que también yo formo parte.

Y al atardecer al cine para ver aquella película que tenía pendiente de ver, por no coincidir en gustos con mis amigos, comiendo la tradicional bolsa de palomitas, en mi caso dulces, que solo las como en el cine.

Para terminar hay que volver a casa. Despues de este largo día, con cierto cansancio pero llena de satisfacción, regreso a mi acogedora casa y, agradeciendo su silencio, vuelvo a mi rutina habiendo pasado un gratificante y placentero día en, la mal llamada, soledad.

No hay comentarios: