miércoles, 29 de junio de 2011

EL SINGLE QUE VIVE SOLO

No todos los singles viven en soledad pero, aún así, sus vidas cotidianas tienen diferencias con respecto a la de los que la comparten con una pareja.

Si no tengo responsabilidades con otras personas puede resultar más fácil la adaptación, pero el sentimiento de soledad y los miedos a no poder realizar lo que necesito por mi misma pueden dificultarla.

Es un camino lento en el que las necesidades de supervivencia son las primeras en las que tengo que prestar atención, seguidas de mi bienestar emocional. La ayuda de personas que están a mí alrededor me servirá de gran apoyo para ir aprendiendo a caminar en soledad, asumiendo aquellas tareas que hasta este momento no había tenido la necesidad de afrontar.

No por vivir en soledad, mi día a día es muy distinto de aquellos que comparten un mismo espacio y mis necesidades también son muy parecidas pero, a diferencia de cuando vivía en compañía, algunas de las tareas  tengo que realizarlas con la ayuda de familiares, amigos o de personas a las que tengo que contratar, por sentirme incapaz de realizarlas sola.

Me encuentro algunas veces ante situaciones en las que solo la paciencia y la espera de que una “buena alma” me socorra y pueda sacarme de ellas. El problema surge más frecuentemente de lo que yo desearía, cuando tengo que solucionar un problema que requiere a más de una persona para conseguirlo. Ante esta realidad me siento indefensa y por mucho que intento solucionarlos sola, sin solicitar la ayuda de los demás, no lo consigo.

Mucho más fácil resulta el día a día cuando es compartido, aunque antes no me daba cuenta de ello. Las tareas de la casa, gestiones en la calle, atender a la familia, trabajar, tener vida social y un etc. de imprevistos que atender que, al no poderlos compartir se convierten en una pesada carga para una sola persona, si no me organizo bien y cuento con personas cercanas que puedan echarme una mano cuando lo necesito.

Y después estar el adaptarme a cuidar de una sola persona, que soy yo misma. Todo cambia y hay que aprender a cocinar para uno, a organizar la colada para conseguir llenar al máximo la lavadora, a comprar lo justo para que no se estropee la comida en la nevera, etc. Es decir tengo que adquirir nuevas costumbres más acordes a la realidad en la que vivo.

Al principio me costó un poco.Seguía con mis costumbres anteriores, como era la de llenar la nevera para que no faltara de nada, hasta que me di cuenta de que mis necesidades habían “encogido” en volumen.

Cocinar para mí sola se me hacía difícil hasta que me descubrí que el congelador era mi mejor aliado, si no quería caer en el error de comer cualquier cosa y acabar enferma.

Poco a poco he conseguido adaptar todas las tareas a mis necesidades actuales y, después de algún tiempo, mucha paciencia y de bastante organización creo haber conseguido mi objetivo.

Cuando se vive en soledad hay que estar en todo, por todo y en todas partes…

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