El miedo me atenaza porque la relación se presenta “seria” y hay que evitar ponerla en peligro. Sé que la vida me va a cambiar y, aunque no me guste mucho la que ahora tengo, temo perderla y me resisto a asumir los riesgos. Los temores y complejos aparecen a traición para sembrar más dudas y empiezo a buscar excusas y defectos para justificar mi indecisión.
Por fin tengo lo que deseo, lo que me conviene y ahora no me atrevo a cogerlo. Me siento atrapada, desvalida, temo no tener salida alguna por donde escapar y ya no estoy segura ni de lo que estoy dispuesta a perder ni a ceder, para ganar lo que intuyo pero desconozco.
¿Será que en realidad no sé lo que quiero y busco por buscar o quizás no me atrevo a reconocer lo que quiero en realidad? Y mientras ¿A cuántas personas dejo heridas en el camino?
Con lo difícil que resulta recuperar la autoestima, solo no falta que vaya añadiendo, peso y más peso, a esa “mochila” que muchos llevan en la espalda.
¿Será que en realidad no sé lo que quiero y busco por buscar o quizás no me atrevo a reconocer lo que quiero en realidad? Y mientras ¿A cuántas personas dejo heridas en el camino?
Con lo difícil que resulta recuperar la autoestima, solo no falta que vaya añadiendo, peso y más peso, a esa “mochila” que muchos llevan en la espalda.
Tengo que tener en cuenta que cada fracaso, cada engaño y cada error tienen su coste emocional, tanto para mí, como para los demás.
Estoy segura de que si consigo saber lo que deseo en realidad, actúo con responsabilidad y si soy honesta conmigo misma y con los demás, podré evitar que otros sufran las consecuencias de mis impulsos y de mis pocos reflexivos actos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario