viernes, 6 de mayo de 2011

"SENTAR LA CABEZA"

Un buen o mal día decido “sentar la cabeza” y empezar una nueva relación pero ¿cuál?

Antes era muy fácil. Solo había una forma aceptada por la sociedad que me permitía establecer una relación de pareja. Había que empezar por el noviazgo para, después de un tiempo, casarme y convivir con la persona elegida.

Ahora es muy distinto, puedo escoger, entre diferentes tipos de relación de pareja, la que más me conviene o inventar alguna de nueva, sin que corra el riesgo de ser rechazada por la sociedad.

Tener pareja ya no conlleva la obligación de convivir bajo el mismo techo y, después de una convivencia fracasada, puede resultar complicado compartir de nuevo mi espacio, mi forma de vivir y mis “manías” cotidianas con alguien que, como yo, tiene hábitos adquiridos y manías propias.

Si escojo tanto la relación matrimonial como la de pareja de hecho, tendré que vivir con todo lo que supone compartir un espacio y tengo que estar dispuesta ello. Tendré que empezar pactando al elegir cuál de los dos hogares será el más adecuado o buscar un nuevo lugar para vivir y, a partir de este momento, tendré que esforzarme para que la convivencia sea posible.

También puedo escoger una relación que no sea con convivencia. Algo parecido a un noviazgo permanente. Me parece, en principio, más fácil y cómoda que la anterior manera que incluye la convivencia, pero no dudo que tendrá muchos inconvenientes.

Las fórmulas que encuentro son varias y puedo adaptar la elegida según las circunstancias, pudiendo tener o no convivencia en cortos períodos de tiempo, pero solo comparto con la otra persona una parte de mi vida.

No creo que encuentre en ninguna de las dos maneras, con convivencia o no, la que me garantice el éxito en mi relación y no debo olvidar que cualquiera de ellas tendrá el compromiso pactado con la otra persona. En ambos casos, muchas de las decisiones deberán ser tomadas de común acuerdo y no debo olvidar que también tendrán que ser respetadas las decisiones individuales. Se trata de compartir pero respetando la individualidad del otro.

Para que una relación funcione sé que tengo que estar dispuesta a dar y a recibir, a repartir el espacio, a tener buena disposición para adaptar mis hábitos, a adquirir de nuevos, a aceptar los del otro y a esperar la misma buena disposición por parte de la otra persona implicada. No hay que olvidar que se trata de compartir y no de competir.

De una u otra manera es el comienzo de una nueva situación y no solo cambiará mi forma de vida y la de mi pareja, sino que todo mi entorno, tanto familiar como social, se verá irremediablemente afectado y no dudo que ambos influirán también en mi nueva relación.

No hay comentarios: