viernes, 13 de mayo de 2011

EL SEXO DESPUES DE LOS 50

Cuando hay un cambio imprevisto, no deseado, en el proceso normal de una relación sexual, comienza a aparecer el desconcierto, el temor y la duda de lo que pasará a partir de ese momento en adelante. Muchas son las preguntas que surgen y no todas tienen la respuesta que me más gusta.

A partir de este momento solo me quedan dos soluciones: Resistirme con mis temores a aceptar lo que está ya ocurriendo, negando la evidencia, escondiendo la realidad por avergonzarme de ella e ir de fracaso en fracaso o aceptar la nueva situación afrontando los inconvenientes y paliando en lo posible sus efectos, dándome la oportunidad de llevar una nueva vida sexual sana, plena y emocionalmente equilibrada.

La elección entre una y otra será solo mía pero el apoyo, la comprensión y la complicidad pertenecerán a los demás. Tengo que recordar que, en esta época, nadie se libra de que, al paso de los años, el nivel hormonal disminuya y aparezca sus efectos.

Ocurre con mucha frecuencia que la persona que ya no se siente segura al presentar algún síntoma propio de la edad, en vez de afrontarlo trata de disimularlo. Es el inicio de un proceso que comienza en negar que algo pasa y evitar que se enteren los demás. Una solución al problema sería el  renunciar a practicar la relación sexual compartida, pero eso sí, poniendo algo de ingenio y mucha imaginación al buscar una buena excusa para justificarse ante los demás en determinadas ocasiones y conseguir disimular la verdadera causa.

En el caso de las mujeres suelen asumir esos cambios de mejor manera que los hombres. Los síntomas de la mujer no son tan evidentes como los del hombre, pues con la menopausia pueden variar las condiciones físicas en la relación, como puede ser la sequedad vaginal o aumento de molestias dolorosas y también pueden afectar a la frecuencia e intensidad del orgasmo, pero a pesar de ello, la mujer puede conseguir fácilmente satisfacer su necesidad sexual sin que sus cambios alteren demasiado sus relaciones con su pareja.

En el caso del hombre es distinto. ¿Cómo puede un hombre reconocer que su potencia sexual, que para muchos es el símbolo de su virilidad, está disminuida? Las dificultades de erección y eyaculación, entre otros síntomas, son unos de los más importantes síntomas consecuencia de la disminución de Testosterona y, al ser evidentes, hay que utilizar medios médicos o farmacéuticos para paliarlos o buscar alternativas para conseguir satisfacer las necesidades sexuales propias y las de la pareja.

Al final, todo esto es mucho más sencillo de lo que en principio parece. Al aceptar que, tanto el hombre como la mujer, acusan el paso del tiempo en un proceso natural y al comprender la nueva situación, tanto la propia como la del otro, se consigue paliar los efectos no deseados y conseguir una vida sexual satisfactoria.

La sociedad proporciona, a ambos, soluciones para atenuar algunos de los cambios que se experimentan y la capacidad de adaptación hará que, el resto de esos cambios, sean más llevaderos y beneficiosos.

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