miércoles, 4 de mayo de 2011

¿SERÁ O NO SERÁ OTRA RANA?

Una vez pasado el primer examen y encontrado al posible candidato, que creo que es inteligente y con valía personal, empieza el verdadero trabajo de averiguar si realmente es la persona soñada. De momento intento mantener controlados los sentimientos por prudencia, no sea que empiece a disculpar defectos, y comienzo mi “tarea detectivesca” para ver quién es realmente la persona que tengo delante.

Parece fácil, pero no lo es. Como de lo que se trata es de agradar al otro suele suceder que “el candidato” se muestre bastante diferente a como es en realidad. No tiene porque ser una actitud fingida para engañarme (aunque podría serlo), sino que intenta disimular los defectos que cree que tiene y suele añadir virtudes de las que en realidad carece. Hay que ir leyendo “entre líneas” para ver quién puede ser en realidad, antes de que el corazón enloquezca, las hormonas se alteren y ya no pueda apreciar nada objetivamente.

En cada encuentro me mantengo expectante, analizando palabras, tonos de voz y valorando su lenguaje corporal. Investigo que hay en su pasado, aunque sin esfuerzo porque es lo primero que me explica...una y otra vez... y solo hay que leer entre líneas, analizar incoherencias y aclarar contradicciones. Me fijo en la relación que puede tener con su entorno familiar y social. Sus costumbres, aficiones, objetivos, ilusiones, etc. y me hago una idea, lo más real posible, de quien es, aunque he de reconocer que no siempre consigo este objetivo, a pesar de mis esfuerzos, a medio o largo plazo, pueden conseguir sorprenderme.

Sería tonto pensar que soy la única investigadora en estos encuentros. Me siento igual de observada, cuestionada y valorada, pero, la mayoría de las veces, tengo mis dudas en si soy o no también escuchada. A veces creo que la imagen que tienen de mí es la imagen que quieren tener y no la que soy en realidad. Es una sensación incómoda, pues estoy segura de que esa persona “idílica”, que crean a su medida, no tiene mucho que ver con la persona que soy y no importa en realidad si soy o no mejor que la “idílica”, lo importante es que, a corto, medio y, más lamentablemente, a largo plazo, puedan ver que no soy la “princesa encantada” que han creado en su imaginación.

Superado este punto, si no he logrado el objetivo fijado y se trata de un error que ya no soy capaz de ver, por que las emociones suelen impedirmelo, solo queda que el tiempo ponga las cosas en su lugar, me abra los ojos y comience de nuevo todo el proceso. Pero si me doy cuenta de que es un engaño o no puede haber posibilidad de un buen entendimiento, tendré que salir de este “lío” lo más rápidamente y menos dañada posible.

Si, por el contrario, la rana se vuelve príncipe, sería poco inteligente, por mi parte, que dejara pasar esta nueva oportunidad, que difícilmente volverá a presentarse en mi vida, por no atreverme a correr ningún riesgo.

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