miércoles, 20 de abril de 2011

EL PUNTO DE ENCUENTRO

Teniendo en cuenta la diferencia de fuerza física entre hombre y mujer y poniendo la maternidad como excusa, un buen o mal día, se consideró oportuno realizar una distribución del trabajo que definía los roles de ambos sexos. Mientras que la mujer asumía el papel cuidador de la familia, el hombre debía ser el responsable de cubrir las necesidades de supervivencia y de protección de la familia.

Los tiempos han ido cambiando y los dos roles ya son asumidos por ambos sexos. La falta de fuerza física ya no condiciona a la mujer para realizar numerosos trabajos y no necesita la protección masculina para sobrevivir al poder llegar a ser, por sí misma, autosuficiente. Tampoco se establecen diferencias entre la responsabilidad materna y paterna sobre el cuidado y la protección de los hijos.

A medida que el tiempo pasa, la distancia que nos separa se hace cada vez más pequeña. La sociedad con sus valores, sus costumbres y su moral se va adaptando a los nuevos tiempos y muchos de los privilegios y comportamientos que antes eran justificados, en base a la condición sexual, van desapareciendo.

Ambos sexos asumen como propias las tareas y responsabilidades que antes eran del "otro", pero esto no significa que seamos iguales.

Biológicamente somos distintos y también lo son nuestras maneras de hacer las cosas, pero no por ello unas son mejores que las otras sino distintas y hasta muchas de ellas complementarias.

Es imposible y nada aconsejable que para realizar estos nuevos roles, que hasta hace poco tiempo eran exclusivos de mi sexo opuesto, los tenga que hacer del mismo modo que lo hacen ellos. No es necesario imitar a mi sexo opuesto para integrarme en la nueva sociedad que se está creando. Por mucho que me empeñe no conseguiré hacer las cosas como lo hacen los hombres ni ellos como lo hago yo. Todo cambio supone un aprendizaje y necesito tiempo, empatía y tolerancia para conseguir los objetivos deseados.

Ver las cosas desde otro punto de vista, desde otras perspectivas y prioridades, me enriquece pero si en vez de aportar mi personalidad femenina  intento adquirir la de mi sexo opuesto dudo que consiga avanzar en la correcta dirección.

No se trata de cambiar mi personalidad sino de participar de forma activa y de cambiar mis hábitos y comportamientos para que estén más acordes a los tiempos en que vivo

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