viernes, 22 de abril de 2011

PAUTAS DE CONDUCTA

Las  pautas de comportamiento aprendidas son muy distintas según el género y, si además se incluye lo que nos diferencia, podemos encontrar que ante la misma experiencia actuamos de forma muy distinta.

Este hecho hace que no acabemos de comprender al otro pues tendemos a creer que nuestra forma de hacer las cosas es la más acertada. Es una competencia entre nosotros difícil de llevar y una importante causa de continuos enfrentamientos.

La sociedad en la que vivo, con su moral y normas sociales siempre nos había diferenciado y es ahora, desde hace unas pocas décadas, que se está produciendo un acercamiento en las pautas de conducta de ambos sexos.

Un ejemplo de ello era la moral que antaño estaba establecida en referencia a la necesidad sexual. Mientras que para el sexo  masculino se decía que formaba parte de su biología  y, por tanto, su promiscuidad era aceptada como algo necesario y natural, la necesidad sexual femenina era negada y su promiscuidad era mal vista. El hombre podía sentirse orgulloso de sus conquistas y de tener relaciones con diferentes mujeres, incluso estando casado, y solo se les pedía  que fueran discretos, pero a la mujer se la marginaba, criticaba y castigaba por ello.

Diferentes normas y varas de medir según el género en una sociedad machista que valoraba al hombre y despreciaba a la mujer. Los tiempos han cambiado y nuestros comportamientos empiezan a ser valorados bajo una moral más igualitaria, aunque aún falta mucho para que exista la moral que no distinga entre personas de distinto sexo.

Nuestros juegos, Rivalidades, artimañas, manipulaciones, la expresión de los sentimientos, los gustos, las prioridades, formas de dominios,... son distintos pues ambos géneros tienen una identidad propia que los caracteriza.

Es un error pensar que el sexo masculino, con sus comportamientos machistas, es el único responsable de que hasta ahora hayamos tenido una moral y unos comportamientos tan distintos.

También la mujer tiene responsabilidad por haber sido, durante siglos, la que ha educado, generación tras generación, a los hijos y me atrevería a decir que ha sido mucho más intransigente que el hombre en aplicar, defender y asumir las normas morales machistas que tanto la han perjudicado.

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