sábado, 2 de abril de 2011

LIBERTAD SINGLE

El ser un “single” no supone saltarse todas las normas irresponsablemente pues no estaría hablando de libertad sino de libertinaje.

Hay cierta confusión en mi colectivo “los singles” de lo que significa ser libre. Para muchos la libertad que se nos atribuye es la de hacer lo que queremos sin ningún control o barrera que nos lo impida, incluyendo de forma prioritaria y como sello identificativo la libertad sexual. Poder practicar sexo compartido sin compromiso de ningún tipo es, para algunos, el ideal de libertad soñada.

Es muy importante tener en cuenta el respeto a la libertad sexual de otros que, siendo singles, prefieren  mantener relaciones de intimidad sexual en vez de relaciones promiscuas de sexo compartido. Dudo mucho que me vaya a sentir libre sexualmente si tengo que practicar sexo de forma indiscriminada y con cualquiera para no sentirme rechazada, “etiquetada” de antigua, reprimida,… al decidir ejercer mi propia libertad sexual.

La promiscuidad puede hacer que me sienta menos sola en algunos momentos y que me proporcione satisfacer mi necesidad fisiológica sexual  pero no resolverá de ningún modo mi necesidad afectiva. Podrá tener un efecto beneficioso si la practico con total libertad, si soy consciente de lo que me puede aportar  y si no esta condicionada por el comportamiento general. Si no es así estoy segura que dañaría mi estado emocional y con ello mi autoestima.

En la actualidad la promiscuidad ya no es mayoritariamente exclusiva del sexo masculino. Hoy en día las mujeres tenemos comportamientos sexuales similares a los masculinos a pesar de que todavía no estén bien vistos por una parte de la sociedad que se aferra a la moral de tiempos pasados.

Dada mi condición de single elijo en libertad la manera en la que quiero vivir tanto mi vida como mi sexualidad. Si elijo vivir en soledad y no adquiero compromisos afectivos, mi libertad sexual estará dirigida a satisfacer mi necesidad sexual fisiológica de forma promiscua, pero si lo que deseo es encontrar una nueva pareja será la búsqueda de intimidad sexual lo que priorizaré.

Si observo la desproporción que hay entre el número de hombres y mujeres que se encuentran en el colectivo “single” me doy cuenta de que este hecho beneficia en la práctica a la promiscuidad y dificulta la posibilidad de encontrar la nueva pareja deseada. A muchos les es más fácil cubrir sus necesidades sexuales sin que tengan que adquirir compromiso alguno pero a otros les condiciona su libertad sexual al tener que practicar un comportamiento sexual distinto al que desean para intentar conseguir el objetivo de convivir con una nueva pareja.

Si confundo libertad sexual con promiscuidad podría llevarme hacia un destino que no deseo.

No creo que se pueda vivir en total libertad pero son muchas las libertades que puedo ejercer y “los singles” tenemos libertades mucho más importantes que la sexual que defender.

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