La última de las necesidades de supervivencia a citar es la de la Seguridad de Propiedad Privada.
Solo tiene lugar cuando se refiere a las propiedades de la persona. El poseer bienes materiales me proporciona seguridad. Tener un hogar, todo lo que me hace falta para vivir y alguna que otra cosa no tan necesaria, hace que sienta el camino a seguir mucho más seguro.
La distribución de los bienes materiales compartidos en la disolución de la unidad familiar suele crear conflictos y consecuencias que pueden prevalecer en el tiempo y, al mismo tiempo, crea un aumento de la inseguridad de la propiedad privada. Todos tenemos el mismo derecho a la pertenencia y el egoísmo de conseguir el mayor número de bienes compartidos puede suponer una gran dificultad para poder llegar a acuerdos justos y beneficiosos, perjudicando en el futuro otras necesidades tanto o más importantes que esta.
Estoy segura que la lucha por la propiedad privada crea distanciamientos familiares, sentimientos negativos hacia los demás e incluso hacia uno mismo y son la causa que dificulta las buenas relaciones.
La inseguridad económica y el miedo al futuro hacen que le dé mucha más importancia a no perder lo que anteriormente consideraba que poseía por derecho y a obtener nuevas propiedades que me harán sentir más segura.
La sociedad en la que vivo también ejerce una presión importante sobre mí, creando necesidades que no tengo y haciéndome creer que me facilitará una mejor integración social por aquello de que…”tanto tienes tanto vales”
Y ahora me pregunto: Si, como algunos la definen, la propiedad privada es la institución que tiene la capacidad de sacar del estado salvaje a los pueblos y a las personas ¿también puede convertir en salvajes a personas que eran, en principio, civilizadas?
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